Cinexcusas - Reseñas, premieres y lo que se acumule!

sábado, abril 30, 2005

La última noche (y nos venimos)


Un caldo de temas sobre mujeres mal tupidas, autoestima y maistros de la cama. © Coyoacán Films
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Alejandro Gamboa es, sin duda, uno de los directores más prolíficos de la última década, aunque como todo, haya quienes desprestigien su trabajo. Hace siete años emprendió una trilogía basada en dos líneas: la formación de la sexualidad en los adolescentes a la vez que éstos se desarrollaban sentimentalmente. En el inter, se aventó las novelas Las Juanas y Locura de amor; revivió al Tigre de Santa Julia en su versión cinematográfica y participó en el cuadrilátero contra la violencia Cero y van cuatro, al lado de otros directores igualmente pródigos.
Así, en 1998, con La primera noche, recurrió a varias parejas de chavitos que se estrenaban en materia sexual. Un año más tarde, en La segunda noche, ahora un grupito de chavas eran quienes se preparaban para darse rienda suelta. En este 2005, el director concluye la trilogía con La última noche y sólo una actriz del reparto original, Mariana Ávila, en una comedia bastante fluida, a fin de cuentas entretenida, donde a diferencia de sus antecesoras, arriesga mucho en cuanto a la variedad de temas que aborda.
Una pareja de recién casados conformada por Fernando (Ricardo Palacio) y Luzma (Ávila) padece la inexperiencia e insatisfacción sexual desde su, paradójicamente, primera noche. Ella se deja llevar por lo que la literatura de a peso para jovencitas dice (¿alguna vez no ha hecho caso usted de algún "reportaje" en revistas como Veintitantos, querido lector?) a la par que una mentora vía celular (Tiaré Scanda, sensacional en off) le señala qué hacer. Él, empleado en una tienda de automóviles de segunda mano, encontrará en Rosa (la modelo Paola Hinojos) a la terapeuta sexual BMW Z3 a bordo, que lo guiará vía motelazos de cuatro mil pesos la cita, al camino de la satisfacción de su pareja, mientras combate su eyaculación precoz aunque deba valerse de la "mano amiga".
Del otro lado, Gloria (Cecilia Gabriela) no conforme con que sus hijos Fernando, Elena (Elizabeth Valdes) y Eva (Melissa Perea) provengan de diferentes matrimonios, buscará aumentarse la autoestima con pechonalidad de 700 mililitros y nalgas suficientemente proporcionales para gustarle a Fabián (Andrés García), galanazo de telenovelas que aparece en televisión vendiendo bombitas manuales para la impotencia (en una plena parodia del oficio de este señor). En el caminito, Elizabeth se irá de la casa para cumplir su sueño de irse a estudiar biología marina a Guaymas, mientras su hermanita menor, con todo y estética de fábula, vivirá su última noche como niña, cuando amanezca toda una adolescente después de su primera menstruación...


No nada más ellas quedan insatisfechas. Ellos creen que dominan todo debajo de esa tanga © Coyoacán Films
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Y así, con lo que Gamboa remata en la trilogía, es una historia de mujeres mal tupidas (en el camino a llenar ese vacío se dejarán llevar por la calentura), insatisfechas, inseguras y carentes de autoestima (aunque les pese a quienes se puedan sentir aludidas, a fin de cuentas, no hay nada en La última noche que no pueda pasar en esta sociedad), mientras que los hombres, son una especie de "agentes del dolor que no sirven para nada", en sus propias palabras, incapaces de preocuparse por lo que vive su pareja en la cama.
Si bien cada historia inicia, se desenvuelve y resuelve, da la impresión que por ser la última había que meterle de todo (ojo a la vaginitis que padece Elena, la relación con su roomie aspirante a videoasta y la crisis de pareja que motiva la separación familiar). ¿Pero sabe qué? A pesar de sus evidentes ambiciones, la película camina, divierte entre un gag y otro, no en vano, el público asistente al pasado IX Festival Internacional de Cine de Puerto Vallarta le otorgó por votación la Iguana de oro a la mejor película. ¿Será que el propio Gamboa dejó líneas abiertas para continuar filmando sub historias?
No se espere un tratado sobre relaciones sexuales como los que le mostraron cuando estaba en la secundaria (ni algo más formal, de carácter científico, para eso mejor remítase a Kinsey). Váyase a reir un rato y al final, cuestionarse si su felicidad sexual existe, pues cada noche puede ser también la última.

jueves, abril 28, 2005

Janis Joplin y John Lennon no han muerto...


... y vienen a salvar al mundo con una nueva canción! © France 3 Cinéma

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En 1973, luego de un memorable pasón con LSD, León (Christophe Lamber) se encontró a la mismísima Janis Joplin y John Lennon, en el baño de un tugurio, durante un concierto. Ahí, le prometieron que volverían. Para ese entonces la de la voz aguardientosa hacía tres años que las drogas la finaron y faltarían ocho más para que
Mark David Chapman ajusticiara al célebre compositor afuera de su departamento, en Nueva York.
Es Francia, en la actualidad. A Pablo Sterni (Sergi López), un agente de seguros, se le acaba de caer una gran tranza cometida con una póliza de automóvil que jamás dio de alta, convencido que el dueño del vehículo (que nunca lo sacaba del garage) nunca se daría cuenta y menos sufriría del algún percance. Enterado que su primo León quien sostiene una tienda discográfica especializada acaba de beneficiarse con una jugosa herencia y conciente que del pasón de hace tres décadas sigue esperando el regreso del par de músicos a quienes "vio", orquestará una tranza mayúscula para robarle la herencia y pagar la prima del seguro...
Con esta curiosa premisa inicia Janis y John... el regreso (Janis et John), estupenda comedia dirigida y escrita por Samuel Benchetrit que mañana se estrena en México, con un par de años de retraso y que no la exime de apreciarla o eventualmente convertirla en objeto de culto.
Desesperado por la gran lana que ahora debe, Pablo recurre a la base de datos de la aseguradora, en donde casualmente encuentra a Walter Kingkate (François Cluzet), un actor de poca monta que posee un parecido increíble a Lennon y a quien admira por su "trabajo" con los Rolling Stones (jua!). Para reemplazar a la cantante texana, sólo volteará a ver a Marie (Marie Trintignant), su abnegada y tímida mujer, a quien le receta un video para copiar la moda y estilo de Joplin. Así, sin el más mínimo conocimiento sobre el legado de ambos músicos, Janis y John "regresan" a este planeta con un solo cometido, robarle 500 mil francos a su más ferviente fan.
Por si estas premisas no resultan todavía muy atractivas, baste ver cómo se desarrolla la trama, los enredos de los personajes y la manera como el adoptar no sólo la vestimenta, sino la actitud y forma de vida de los músicos (nótense los pequeños detalles, como el amorío de Walter con una mujer oriental, reunir a los músicos que trabajaron con Joplin), les cambia la propia vida, hace que cobre sentido, para bien o para mal.
Divertida, ingeniosa, estrafalaria, así se desarrolla la aventura de regresar a Janis y John a este mundo. Una pequeña reflexión que su director elabora y que resume con una gran frase: "Todos los días parece que luchamos contra la humanidad cuando en realidad nadie sabe que existimos".

Travesuras de una princesa


El churrito que hacía falta: la hija del presidente de EU es ahora el ojo del huracán. © 20th Century Fox Film

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En tiempos recientes, y de manera constante, a ciertos directores en Hollywood les ha dado por recurrir al tema de la “chica de al lado” (Girl next door. Greenfield, 04), la que “nadie pela” por fea o por foránea (Confessions of a teenage drama queen. Sugarman, 04), la más o menos popular pudientona (Mean girls. Waters, 04; Legally blonde. Luketic, 01 y Legally blonde 2; red, white & blonde. Herman-Wurmfeld, 03) y sus demás mutaciones, para elaborar historias sobre cómo éstas brillan en sociedad o se sumen dentro de la misma.
Por si hacía falta una deformación del tema, al actor Forest Whitaker se le ocurrió como una brillante idea usar a la hija del señor presidente de los Estados Unidos para encarnar a la más (y que paradójicamente desea ser la menos) popular adolescente del país más poderoso del mundo. ¡Falta que nos hacía! Y para ello, usó a la no menos guapa, Katie Holmes
Como si fuera cuento de hadas, érase una vez Travesuras de una princesa (uno más de los títulos completamente atinados en su doblaje al español: First Daughter) oséase Samantha Mackenzie (Holmes), mendiga de nacimiento por estar acobijada en el seno de una pudientísima familia política. Su padre (Michael Keaton), presidente de EU, de vida regida por el tic tac del reloj en plena campaña hacia su reelección, siempre acompañado de la primera dama (Margaret Colin, con “experiencia” en este rol que data desde Independence Day). Un par de agentes del servicio secreto, con corpulencia equivalente a la de un ropero (uno negro y otro blanco, por aquello de la discriminación), su sombra permanente.
La pobrecita está a punto ingresar a la universidad, por lo que dejará la Casa Blanca para trasladarse a California (“todavía podemos llamar a Georgetown”, intenta frenar su padre, como si se tratara de cambiar de calzones), en donde intentará volverse la chica “normal” que siempre ha querido, pachanguera, con todo y roomie negra incluida (la cantante de R&B Amerie). La prensa sensacionalista será quien le agüite la fiesta, a la vez que Sam se enamora de James (Marc Blucas), estereotipado-chico-común-y-corriente-mamey del lugar. ¿El resultado? El mejor ejemplo de una película moral y políticamente correcta, pero a los ojos de la gringada.
Es por eso que personalmente, la cinta me fastidió. Seguramente Whitaker (quien brinca de la actuación a la dirección y producción ejecutiva, a través de su compañía Spirit Dance) vio las fotos del cambio de look de Chelsea Clinton mientras presenciaba desfiles de moda en París y se le “ocurrió” aprovechar el tema para proponer este churrote, ni siquiera suficiente para los fans de la niña de Dawson´s Creek.


¿En qué estaría pensando Katie Holmes cuando decidió filmar esta película? ¡Ni qué decir del director! © 20th Century Fox Film

Seguramente el director quedó impactado con la forma, más no el fondo de Pieces of April (gran cinta independiente de Peter Hedge sobre una familia disfuncional en pleno thanksgiving gringo) y decidió llamar a Katie Holmes para derrochar su potencial en la postiza escuincla que vemos (aún con esa cara de muñequita de pastel ya está bastante grandecita como para suponer que apenas ingresará a sus estudios superiores)… y seguramente ésta se subió al tren del proyecto con tal de treparse al Air Force One en uno de los caprichos de su personaje.
El número de veces que la mentada Sam aparece en portadas de periódicos (borracha o en su juicio) es más que el número de clases al que asiste durante toda la cinta. ¿Es éste el tipo de películas que dejan buen sabor de boca o que invitan a una profunda reflexión y comentarios posteriores? Querido lector, comparto su pena si por error, tuvo a mal pagar el boleto y meterse a padecerla.

Al cierre de esta edición. De confirmarse los rumores sobre el supuesto amorío entre Katie Holmes y Tom Cruise y si la noticia se vuelve tan escandalosa de aquí al estreno de la cinta (viernes 29 de abril en México), puede que en una de esas el chisme le dé un empujón al box office que ya analizaremos en este espacio la siguiente semana.

miércoles, abril 27, 2005

Siete austriacas e invisibles, en México


En Hotel, el horror sigue siendo una constante fílmica global. © Essential Filmproduktion GmbH
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Anoche estuve en la inauguración del ciclo Autores del cine austriaco contemporáneo, en la Cineteca Nacional. La película que abrió esta muestra de siete largometrajes fue Hotel, de Jessica Hausner quien con Franziska Weiss, la protagonista, estuvieron presentes y charlaron con el público posterior a la función.
Irene (Weiss) nueva empleada de un lúgubre hotel inserto en los alpes austriacos, es en realidad el relevo de Eva, quien desapareciera misteriosamente y de cuyo rastro los mucamos se niegan a hablar. Encomendada a vigilar periódicamente el sótano, Irene deberá vencer sus miedos a la vez que se integra al equipo.
Muy cercana a lo que en 1999 hicieran Eduardo Sánchez y Daniel Myrick con la presupuesto-reducida The Blair Witch Project (y más recientemente John Polson con Hide and Seek), es lo que la directora austriaca nos ofrece, con una película de horror (donde se juega con el miedo a lo desconocido) que evita caer en los lugares comunes y gratuitos (abusar de los sonidos incidentales, saturar encuadres con repentinas apariciones que provoquen catarsis) con tal que el espectador se apropie de la trama y termine por explayar y fabricar su propio elemento de miedo.
Franziska Weiss, actriz en el alma, maestra en desarrollo social de profesión (y he de decirlo, verdaderamente más bella en persona), me comentaba que efectivamente, mucho de lo que en Hotel se muestra se inspira en lo ya visto en los bosques de Burkitsville, Maryland, con aquella bruja de Blair. Pero más allá, la directora quiso jugar con el espectador como lo hacía Alfred Hitchcock (rubia protagonista incluida), resultando en una película que brinca en dos planos narrativos: uno de facto y otro onírico (ojo a las guardias del sótano, la caminata en el oscuro pasillo y hasta esa musiquita-tétrico-cortada del elevador) que se resuelve y concluye en la propia interpretación del espectador.
Para completar el círculo fantástico de su Hotel, Hausner se valió de múltiples leyendas locales y plantea una en torno a una vieja habitante del bosque, con todo y ofrenda incluida.
Durante su visita de apenas una semana a México, Franziska lo mismo pudo aislarse terrenalmente durante un recorrido por Teotihuacan, como sumergirse y sorprenderse en la pasada marcha del silencio, donde según cifras oficiales, participaron un millón 200 mil marchistas, casi el equivalente a la población de su ciudad natal, Viena, pero metidos todos en Paseo de la Reforma. ¿Cine mexicano? Si, claro. Desde Amores Perros hasta Japón, ópera prima de Carlos Reygadas con quien compartió día de exhibición y fiesta antrera durante el Festival de Cannes en 2002, mientras promocionaba Días Perros de Ulrich Seidl (también programada durante este ciclo austriaco).
Hasta aquí las buenas noticias. Las malas refieren a que las siete películas de este ciclo, son tan inéditas que prácticamente se volverán invisibles en nuestro país, dado que sólo se exhibirán hasta el próximo 4 de mayo. Por ello, vale la pena agendar una o varias tardes en la Cineteca Nacional, para conocer un poco más sobre la vanguardia cinematográfica austriaca.

lunes, abril 25, 2005

Box ofis @ 22-24 abril


Los grandes trancazos estadunidenses que en México ya venían haciendo ruido un par de semanas atrás (¿alguien no vio a Vin Diesel por doquier vendiendo su ruda imagen ahora de niñero?) acapararon los ingresos de taquilla del fin de semana pasado.
Para mi sorpresa, al bodrio de Bernie Mac y Ashton Kutcher no le fue nada, nada mal, situándose en el tercer lugar de la lista. Por el contrario, la cinta que prometía arrancar sustos y arrebatar espectadores, se fue abajo de Miss Bullock: me refiero a Boogeyman, cuyo nombre del miedo no hizo gran escándalo, ubicándose en el quinto peldaño.
El siguiente estreno mexicano, otra ópera prima (de Agustín "Oso" Tapia) titulada Club Eutanasia, que ya se había probado una semana antes con su prees
treno, se fue al octavo lugar. En este rubro cabe destacar que el esfuerzo proviene de la distribuidora Decine, dedicada únicamente a la comercialización de cine mexicano y que iniciara labores en diciembre de 2004, con la cinta Santos peregrinos, donde Adal Ramones apostara una lana y de paso actuara.
Confieso haberme quedado jetón cuando la vi, y no por la gama de vejestorios que en ella actúan (imaginen a Xavier López "Chabuelo", el amigo dominguero de todos los niños, hablando cual persona que es todo el tiempo, ¡sí que saca de onda!), sino por lo cansada y repetitiva que transcurre la trama con muy pocas variantes ingeniosas (el asilo de ancianos donde ya no alcanza la comida para todos y poco a poco un club -que da origen al título de la película- se encarga de borrarlos del mapa, con muy pocos escrúpulos). Para terminar, Club Eutanasia se lanzó con 92 copias, casi 4 veces menos de las que repartió Vin Diesel en este fin de semana, por todos los cines habidos y por haber.
El sotanero reporte del box office distribuye centavitos a las mismas películas nacionales de la semana pasada. Por ejemplo, Adán y Eva (sí, todavía sigue circulando con apenas tres copias) no consigue meter 4 mil espectadores a las salas, y Ver, Oír y Callar, no llega ni a 100 mil... Ojalá el público se acerque un poquito más, a propósitamente del Panorama de Cine Mexicano que ya prepara la Cineteca Nacional. La información, mañana en Cinexcusas.

Lugar Título [Ingreso1] (Asistentes2) Copias/Semanas
1 Niñera a prueba de balas 22 millones 582 mil incautos 346/1
2 La intérprete casi 7 millones 159 mil 202/1
3 Conquistando a mi suegro ¡5 millones! 125 mil 264/1
5 Boogeyman, el nombre del miedo 5 millones 127 mil 239/1
8 Club Eutanasia un millón 200 mil 30 mil 92/1
23 Manos libres... nadie te habla 3 millones 800 mil 109 mil 77/3
50 Temporada de Patos 9 millones 595 mil 275 mil 27/7
92 Adán y Eva (todavía) 141 mil pesitos ¡3 mil 500! 6/3
94 Ver, Oír y Callar 3 millones 95 mil 8/1
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1,2 Acumulados

sábado, abril 23, 2005

Boogeyman, el nombre del miedo


Escatofóbicos: abstenerse o disfrutarla en mero acto de sadomasoquismo. © Ghost House Pictures

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Nunca he dudado en confesarlo. De chico, y aún grande, le he temido a la oscuridad. No soporto el hecho de encontrar abierta una puerta del closet, mucho menos en la noche. Las engañosas sombras de la oscuridad y lo caprichosas que pueden comportarse en cualquier objeto, siempre me han merecido un reojo para cerciorarme de que nada con vida, se esconden detrás. Por eso, cuando vi el trailer de Boogeyman, sabía que podría encantarme. El resultado fue otro.
El hecho de que Tim (Barry Watson) fuera forzado por su padre a permanecer encerrado en un armario para que comprobara que ninguna entidad habitaba en él, lo marcó para toda su vida. De niño, la oscuridad de su cuarto le provocaba esa angustia de ocultarse bajo las sábanas y esperar a que la luz del sol anunciara el día siguiente. Pero la noche que su máximo temor salió del clóset y engulló a su incrédulo papá sin dejar rastro de él, nada la explica. 15 años después de los acontecimientos, que lo alejaron de su hogar natal, Timmy deberá volverlos a encarar, tras la muerte de su madre.
¿Hasta dónde son reales o no el origen de los temores que son expuestos en Boogeyman? Creáme, amable lector, que francamente no lo sé. Por el comportamiento del guión de esta cinta producida por Sam Raimi pero dirigida por Stephen Kay, pareciera que todo conduce a un monstruo de látex-encapuchado-eventualmente digitalizado que, cuando aparece ante el espectador, ofende y hace tambalear la muy bien lograda premisa (¿por qué la gana del director de arruinar el factor sorpresa? Para otro ejemplo, véase Jeepers Creepers 1,2, et-al).
Por el otro lado, la presencia de una niña sabedora del famoso Boogeyman y quien ha padecido una historia similar, ofrece un segundo plano narrativo a la vez que el guión se enfrasca en una serie de acontecimientos desafortunados: aún con sus evidentes huecos, curiosamente le otorgan una afortunada y emocionante secuencia de persecución (veáse la corretiza alternante entre el motel y la casa, con puertas que abren y cierran y conducen a…)
Y a pesar de ello, Boogeyman ofrece varias chispas de ingenio (“el verdadero terror está debajo de la cama”) mezcladas con los ruidos y apariciones incidentales altamente frecuentadas en el género, para sacarle un brinco repentino al consumidor. Sin embargo, para quienes han seguido de cerca el género, seguramente encontrarán parecidos con Sixth Sense (Shyamalan, 99) y The Others (Amenábar, 01), mucho mejor planteados y con mayor eficacia.
Para finalizar, cabe destacar que la compañía productora Ghost House Pictures, fundada por Raimi y Rob Tapert, se enfoca a la producción de películas de horror, ciencia ficción y fantasía comerciales, y junto con la distribuidora Senator International, a inicios de este año les conocimos una mancuerna en el género, con el remake de The grugde. Así que la mayor inspiración para revivir el género, proviene decididamente, de países como Corea y Japón. Habrá que esperar mayor (mejor) cosecha.

jueves, abril 21, 2005

Conquistando a mi suegro


Remake tardío-invertido-apestado-faltodequímica. Wak! © 20th Century Fox Film
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Primera mala noticia: en la víspera de las bodas de plata de sus padres, Theresa (Zoe Saldaña) no informó que su querido novio Simon (Ashton Kutcher), próspero corredor de bolsa neoyorkino no es negro, no practica
ningún deporte ni mucho menos se parece a Denzel Washington.
Segunda mala noticia. A Percy Jones (Bernie Mac), padre de la susodicha y prestamista en un banco, nada le costó meterse en la computadora para indagar el historial crediticio de su yerno y le ha caído en su primera mentira, tras declararse fanático de la serie Nascar.
Tercera pésima noticia. Conquistando a mi suegro (Guess who), cinta de Kevin Rodney Sullivan, cuya carrera en cine ha optado principalmente con actores de color (Ice Cube, Whoopi Goldberg e incluso, Jada Pinkett Smith) y que se estrena este fin de semana, llega tarde, totalmente apestada y parece copia al carbón de un mejor trancazo taquillero iniciado con Meet the parents y seguido de Meet the Fockers de un tal Jay Roach. Si el título (en español, claro) no parece dejar clara la idea de dónde encallará la historia, he aquí un poco más de información.
Érase Simon un pobre vástago abandonado por su padre (Kutcher), recientemente armado de valor para renunciar a su chamba y ya encarrerado, para proponerle matrimonio a Theresa. El doloroso acto de presentarse a los futuros suegros no resulta nada cómodo ni nuevo a quienes ya experimentamos eso, vía celuloide, con, excúseme la comparación, mejores actuaciones y planteamientos (¿cómo olvidar a De Niro enfundado en traje de agente retirado del FBI que atosiga a su yerno?). La “diferencia” que ofrece Rodney Sullivan, es ofrecer una variante del mismo experimento, pero con personajes de razas aparentemente disímbolas.
¿Y cuál es el resultado entonces? No queda de otra, aprovechar el momento (y los actores), para cometer buenos chistes sobre negros (muy buenos, véase la secuencia de la cena a la que acude el abuelo), burlarse un poquito de los caucásicos (cuyos penes son “más” grandes y “hasta cantan solos como iPods) y al final, tratar de convencer que el amor es chido, vale la pena luchar por él así sean 25 años de matrimonio ininterrumpido o el primer día de convivencia juntos y sobre todo, que el color de la piel es lo de menos. Cual campaña antirracismo con todo y pulseritas de caucho.
Por si fuera poco, los intentos de originalidad se caen de bruces cuando resulta que allá por 1967, Katharine Hepburn y Spencer Tracy estelarizaron Guess who´s coming to dinner (Kramer), cinta de la que hoy se ofrece esta secuela a la inversa, pues antes los suegros eran los blancos (y el galán, negro), en una época donde el mero hecho, imaginado, era inconcebible. Y hoy lo sigue siendo, al menos en esta propuesta fílmica que, creáme, tiene prácticamente nada qué ofrecer.

martes, abril 19, 2005

Box ofis @ 15-17 de abril



Después de una gran corrida alternativa de cine con la XLV Muestra Internacional de Cine, regresamos a la programación habitual, para comentar los ingresos de taquilla del fin de semana pasado.
Ninguna novedad resultó que el regreso de Miss Bullock apañara la cartelera nacional, en un símil a lo que pasó en Estados Unidos, con Miss Congeniality 2. En segundo lugar, la gente se dejó llevar por Dennis Quaid y El vuelo del Fénix (cinta de la que opté por no ir a la premiere, gracias a que tenía una mejor, la del El Mago) y así, hasta el quinto lugar del box office, la cartelera se encuentra plagada de producciones estadunidenses. Por ejemplo, Robots ha recaudado 112 millones... como para los chuchulucos de sus creadores.
A dos semanas de su estreno la mexicana Manos Libres... nadie te habla, ha logrado un nada despreciable ingreso de tres millones de pesos. Además, anda rolando por ahí otra ópera prima en pre estreno (una sala al costado del Laboratorio de Arte Alameda la exhibe bien a todo dar a las 22:30). Se trata de Club Eutanasia, de Agustín Tapia, egresado del CCC.
¿Mexicanas? Sí, a pesar de su extinción las sigue habiendo en el reporte semanal, claro que, sotaneras todas ellas. Temporada de Patos volvió a ser reestrenada por Artecinema (después de su avasallamiento en la entrega del Ariel) y aunque casi llega a 10 millones de pesos en recaudación, no ha sido vista ni por 300 mil personas. La más lograda hasta ahora sigue siendo Voces Inocentes de Luis Mandoki, con 56 millones de pesos y un millón 600 mil espectadores.
Sin más, a continuación las cifras. Vuelvo a recordar que por cuestiones de copyright los datos son aproximados. Cualquier cosa, reclámenle al "Epi" Arcos, que es quien provee -gentilmente- esta exclusiva.

Lugar Título [Ingreso1] (Asistentes2) Copias /Semanas
1 Miss Simpatía 2: armada y fabulosa casi 14 millones 335 mil 287/1
2 El vuelo del fénix 3 millones 600 mil 84 mil 141/1
5 Robots 112 millones 3 millones 350 mil 301/6
17 Manos Libres... nadie te habla 3 millones 200 mil 89 mil 128/2
30 Club Eutanasia (pre estreno) 154 mil pesitos 3 mil 600 43/1
36 Temporada de Patos 9 millones 400 mil 272 mil 29/26
67 Ver, oir y callar casi tres millones 94 mil individuos 3/7
90 Adán y Eva (todavía) 133 mil lucas ¡3 mil 300! 3/5
94 Voces Inocentes ¡56 millones! un millón 648 mil 1/12
95 Puños rosas 4 millones 800 mil 142 mil 2/10
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1,2 Acumulados

domingo, abril 17, 2005

XLV Muestra. Terrorismo convenenciero


Masacre en Omagh. Todo acto terrorista tiene nombres con pies y cabezas. © Tiger Aspect Productions
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Una llamada adjudicada al IRA (Irish Republican Army) auténtico alerta la mañana del 15 de agosto de 1998 a la policía de Omagh, Irlanda del Norte: una bomba estallaría en el centro de la pequeña localidad. Sin mucha prisa, se acordona la zona y envían a los transeúntes lejos. Lo aparentemente inevitable ocurre, dejando 31 muertos, entre ellos dos niños. Masacre en Omagh, ópera prima del irlandés Pete Travis, revive la tragedia y cómo los deudos de la localidad se atrevieron a enfrentar a la justicia, con tal de ponerle nombre y rostro a los culpables del atentado mortal.
Basada en el personaje de Michael Gallagher, padre de familia propietario de un taller mecánico que perdió a su hijo Aiden en el estallido, Travis recuerda a su país en la víspera de votar en referéndum el Acuerdo de Paz de Viernes Santo. El atentado buscaba a todas luces romper las negociaciones entre Irlanda e Inglaterra, con tal de fomentar la ola de violencia que atormentaba a los del norte.
Poco tiempo después del atentado, católicos y protestantes se reunieron con tal de demandar justicia y esclarecer la causa. Y es en Gallagher, en quien encuentran los familiares de los deudos, al líder que conducirá la búsqueda de una verdad que aún duele.
Sin conducirse meramente en el género documental, Travis perfora la cicatriz que tanto dolor provocó a Omagh y en particular a quienes posteriormente establecieron el Grupo de Soporte y Auto Ayuda. Es un documento arriesgado, valiente, que además evidencia la impune y efímera investigación que se llevó a cabo cuya descalificación total esclarecerá los hechos, pero jamás revivirá a los caídos ni dignificará la vida de quienes reclamaron justicia.
Masacre en Omagh es la voz de un solo pueblo que hace a un lado las diferencias de doctrina, bajo la visión de Travis y que a tres años de encarar las instituciones de su propia tierra, logró llevar a juicio al IRA y generar 94 arrestos. Una cinta que evidencia las heridas del terrorismo causadas más allá de nuestro propio continente y que además, antecede en hechos, al propio 9/11. El cierre perfecto para los 17 largometrajes de esta XLV Muestra Internacional de Cine.

XLV Muestra. Infancia mutilada


Las tortugas pueden volar, la mejor cinta de esta XLV Muestra Internacional de Cine © Bahman Mij Film Co.

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Irak, en la frontera con Irán y Turquía. La invasión estadunidense es inminente. La pobreza apenas alcanza para comprar una antena parabólica que Satélite, un niño que lidera a un grupo de menores dedicado a desactivar minas estadunidenses, logra instalar. Todo, con tal de estar enterados por las noticias (vía CNN) sobre el momento exacto en que habría de echarse a correr y permanecer a salvo de la caza orquestada en contra de Saddam Hussein.
Ganadora absoluta en el pasado Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (premio del público Cinemex y a la mejor ficción), Las tortugas pueden volar, cinta del iraní Bahman Ghobadi, no duda en apuntalar, señalar, denunciar al país invasor, responsable de justificar sus acciones en pro del orden y la paz mundial, a la vez que mutila, literalmente, a quienes se opongan o no a ella.
Para sorpresa de Satélite, al pueblo se incorporan tres menores más: Henkov, un niño manco con poderes de visualizar el futuro, su hermana y el hijo no deseado de ésta. Para sus pulgas y dado que otros niños de la comunidad le han seguido en el trabajo de recolectar minas, Satélite ha de encararlo sin éxito alguno (no sin antes haber expulsado sangre de su nariz, tras un cabezazo de aquel). Al reconocerlo pitoniso y tras quedar prendado de su hermana, deberá modificar su conducta con tal de agradarle y sacar ventaja de sus “poderes”. Mientras tanto, la guerra poco a poco, se aproxima y no queda mucho por hacer, excepto cambiar minas por metralletas rusas y armarse de valor.
Para Satélite tanto Bruce Lee y Zinedine Zidane son íconos del imperio yanqui en medio oriente, en donde ha tenido que aprender a saludar con un “hello mister” a quien habla inglés, del mismo modo como impone órdenes a la voz de “come on” y sobrevive mercadeando con las armas bélicas del “pacificador” mundial. Y es, en esta paradoja, una de ellas la que habrá de convertirse en su cruz.
Sin duda alguna, estoy frente a la cinta más impactante de esta XLV Muestra Internacional de Cine. Si ya antes otros filmes empleaban como eje central la infancia perdida en diferentes latitudes (la explotación sexual, el secuestro, la pedofilia), lo que Ghobadi logra con su propuesta es la denuncia más honesta en torno a uno de los más grandes crímenes que se han cometido en la actualidad.
Estoy, además, frente al acto más inhumano que jamás haya visto en cine: el abandono de un entero inocente, completamente desprotegido, en la soledad e intemperie del desierto. Fallido el primer intento, anticipado en sueños el que lo consuma. El mismo niño que en un cementerio de casquillos busca infructuosamente a su papá; ese que en sus ojos refleja un problema de estrabismo y cuya imagen no consigue fomentar siquiera un atisbo esperanza.
Como todo el contexto que le rodea y el argumento que Ghobadi plantea, Las tortugas pueden volar es apenas un pequeño episodio en ficción, de lo que una insulsa determinación beligerante, logró imponerse en la realidad, a los ojos y resquicios de una infancia mutilada.

jueves, abril 14, 2005

XLV Muestra. Redimirse de la paidofilia


Kevin Bacon sólido, lejos de sus más recientes personajes harto pretensiosos... © Lee Daniels Entertainment

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Reintegrarse a la sociedad tras 12 años de prisión condenado por pedofilia, no se antoja empresa tarea sencilla para Walter (Kevin Bacon) ni para cualquier otro humano sobre la faz de esta tierra. Artesano de la madera, consigue un trabajo por mero favor en un aserradero, no sin antes rentar un departamento frente a una escuela primaria, donde pueda acuciarse a gusto con su tórrido pasado.
Vigilado tarde, mañana y noche por la policía debe, además, acudir a una terapia. Sin embargo, la tentación de conocer a su sobrina, reencontrarse con la hermana que no consigue perdonarlo pero sobre todo, de reincidir en el acoso a infantes, convierte a The Woodsman (irremediablemente "traducida" como Acto sin perdón) en una cinta inquietante.
Hace un par de reseñas sobre esta XLV Muestra Internacional me referí al tema de la prostitución infantil y del acoso sexual al que millones de niños de todo el mundo están expuestos e indefensos, por las razones que sean. Me preguntaba abiertamente cuántos personajes más con o sin el poder económico de un Michael Jackson habitan por ahí, haciendo de las suyas impunemente, alejados de toda clase de reflectores para denunciarlos.
Pues lo que ofrece la directora Nicole Kassell, basándose en una obra teatral de Steven Fechter es precisamente eso: hablar de la pedofilia y el acoso sexual sin tapujos, empleando personajes con vidas y en lugares aparentemente comunes donde el crimen habita, sin más, a los ojos de todo mundo, pero selectivos, como es el caso, de un hombre que busca reintegrarse a la sociedad y que con pocas pistas, el espectador puede intuir el origen de su perversión en algunos actos familiares a los que fue obligado cuando niño.
Apenas iniciado su proceso de reintegración, donde incluso se aventura con una de las dos únicas mujeres que trabajan con él, es precisamente la sociedad quien lo vuelve a recriminar y marginar. ¿Puede un pedófilo volver a ser “normal”? –pregunta Walter a su sicólogo y la directora de esta cinta responde que sí.
Para añadir tensión a la historia, Walter (un magistral Bacon) experimenta constantemente recuerdos de su pasado, mientras se convierte en un nuevo guardián para la escuela que tiene frente a su habitación. Pronto, da cuenta de otro hombre que logra hacer caer a un indefenso niño, previo galanteo y recompensa con regalos. Silente pero amenazado constantemente por el sargento Lucas (Mos Def), quien le recuerda la escoria que es, Walter no sabe qué hacer, del mismo modo que se sumerge cada vez más en el dilema de continuar persiguiendo niñas o de regresar a la “normalidad”.
NIcole Kasell ofrece con The Woodsman una ópera prima sencilla (su trabajo anterior, el cortometraje The green hour, habla sobre el amor entre dos mujeres), bien contada y mejor estelarizada. Si en esta Muestra la constante temática ha sido la violencia, considérese un gran apartado la que se aplica a los niños. De lo mejor que puede verse en el programa.

miércoles, abril 13, 2005

XLV Muestra. Golfas: ¡sigue vivo su pachucote!


¿Fueron las jetas de Tin Tan precursoras de las de Jim Carrey? © Cortesía Alfhaville Cinema

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Autonombrado originalmente como “La Chiva” y luego de moverse del centro al norte del país, donde juega con el espanglish y la extravagancia en apariencia y actitud, cambiando su mote por el de “Pachuco topillo tapas”, Germán Genaro Cipriano Gómez Valdés Castillo es definido por Carlos Monsiváis, como el primer mexicano del Siglo XXI. Y a su personaje Tin Tán, Manuel Márquez dedica su ópera prima hecha documental: Ni muy muy ni tan tan, simplemente Tin Tán.
De su formación en carpa, la “universidad de la comedia en México”, al debut en cine, en un cortometraje mudo de ocho minutos titulado El que la traga la paga, producido por Paco Miller (quien además descubriera su talento, originalmente en radio), haciendo un recorrido por sus tres matrimonios pero sobre todo, el legado que durante tres décadas y más de 100 películas hiciera Germán Valdés al cine y a la comedia mexicana, están todos concentrados en este documental. Y para ello, Márquez cargó con su betacam desde 1997 con tal de entrevistar, de uno en uno, amigos, actores, actrices, cineastas, periodistas y críticos, quienes durante hora y media realizan un perfil y hablan del legado de Tin Tán.
A la par que los críticos Jorge Ayala Blanco y Rafael Aviña coinciden con los historiadores Tomás Mojarro y Carlos Monsiváis en la autenticidad de este personaje y en su capacidad para mofarse no sólo de Jorge Negrete o Pedro Infante, sino de sí mismo (en tiempos donde la autoparodia era inimaginable), los desaparecidos Wolf Ruvinskis y Fanny Kauffman “Vitola”, lo recuerdan ante la cámara como el gran compañero que se comportaba tal cual dentro y fuera del set.
Mientras Jorge Ayala Blanco se refiere a Tin Tán como el único actor capaz de crear un “mundo cómico autónomo en el cine” y de convertir el gag de torpeza en uno de destreza, Aviña arriesga al promulgarlo un “adelantado” a actores como Jerry Lewis y Jim Carrey (siendo que la obra de Valdés no es del todo internacional).
Pero el legado y la influencia que Germán tuviera en la prolífica familia de comediantes Valdés, Márquez lo traslada al terreno de la música.
En plena mancuerna de supervisión musical con Roco de La Maldita Vecindad, es revisado también el peso específico de este ícono en la fusión, el ska y hasta el swing que grupos como Botellita de Jerez, El Gran Silencio, Panteón Rococó, Los Fabulosos Cadillacs, Café Tacvba e Inspector proponen hoy en día, evidenciando así la vigencia de un mexicano adelantado a su época. Sombreros con plumas, pantalones anchos y colgados y suela de zapatos extrema gruesa no son nada más fetiches con que todos ellos músicos se visten en sus conciertos: letras, frases y hasta solfeos extraídos de la obra de Tin Tán hablan de una sólida influencia todavía presente.
No en vano, un tributo que éstos y otros grupos más le llevarán a cabo, recopilado en un disco que se espera sea lanzado en junio próximo, a la par que el estreno comercial de este documental, que correrá a cargo de la distribuidora Alfhaville.
La segunda mancuerna importante que el director realiza es con Carlos Valdés, hijo de Rosalía Julián (viuda de Valdés, de su tercer matrimonio), quien funge como productor y proveyó material inédito familiar. Si bien no existe ningún lado oscuro de su padre en el corte final (porque asegura que su padre era un “personaje natural”), su hermana no acepta la película e incluso lanzó un libro inédito sobre Tin Tán. Fue por tanta tramitología y cesión de derechos, que este documental tardó oficialmente cinco años en finalizarse, retrasando además su participación internacional pero que en esta XLV Muestra encuentra por fin su oportunidad de salida pre comercial.
El documental en México, por poco generado y exhibido (los últimos ejemplos del género basado en ilustres mexicano recaen en Del olvido al no me acuerdo, de Juan Carlos Rulfo y acaso Gabriel Orozco, de Juan Carlos Martín) muestra, a través de Ni muy muy ni tan tan…, un respiro que se agradece a su director, no sólo por plantear una obra sí didáctica, también de valor histórico, sobre uno de los mexicanos que más han dado qué hablar y que seguramente más influencia tendrán en lo que esté por venir.

martes, abril 12, 2005

XLV Muestra. Revolucionario sin claqueta


"La obra de arte es producto de la locura". © Cineteca Nacional

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Quien no guste de esta historia váyase al carajo y escriba otra, proclama el brasileño Glauber Pedro de Andrade Rocha. Autodefinido como un “pastor” que proporcionaba la verdad, adelantado a su época, pregonante hacedor del “cine del futuro”, Glauber muere a los 42 años en 1981, víctima del cáncer. De atrás para adelante, de su funeral filmado a los orígenes como director de cine, Silvio Tendler ofrece con Glauber, laberinto de Brasil, un documental hecho rompecabezas que se configura una y otra vez para hablar sobre el legado de este revolucionario cineasta.
Probablemente desconocido para muchos de nosotros, Glauber fue uno de esos talentos irrepetibles en muchos años. Recordado por amigos, familiares y colegas, Glauber Rocha fue un “hombre sin claqueta”, alejado del campo magnético que atrae talentos para explotarlos en las vetas del cine comercial. A los 20 años y sin guión, filma su primera película. Tras el golpe de estado en 1964, cae como preso político, junto con otros siete intelectuales. A su salida, decide exiliarse, por lo que viaja a Nueva York, Chile, Cuba, Francia, lo mismo fumando marihuana sin menoscabo durante pomposas fiestas y charlas que protestándole al mundo y los grandes estudios que el público no paga para divertirse inocentemente.
Empleando la entrevista como principal eje de esta cinta, Tendler repasa el legado de Glauber, lo expone como un loco único (“benditos los locos porque ellos heredarán la razón), de obra irrepetible y crítica exacerbada (“en cinemascope, el magnífico espectáculo de nuestra miseria”). Empleando pasadizos laberínticos en 3D, la cinta se muta, cambia de nombre, aparentemente reinicia y otorga un nuevo enfoque sobre la obra de este excéntrico precursor.
Y así, con pietaje inédito, vemos a un Glauber indignado, en la cima de su carrera, reclamando por todos los medios en la Muestra de Venecia donde su largometraje (A Idade da Tierra / The age of Earth) no resultó ganador; en otro ángulo, se aprecia a un director amigo, filmando el velorio de su colega artista Di Cavalcanti (1977) a la vez que lo convierte en una fiesta (razón por la cual permanece enlatado por el gobierno brasileño) y con el mismo divertimento, su propio funeral, para dejar con ello, testigo de su paso por este mundo. Y para las siguientes generaciones, un ejemplo de promotor auténtico del cine nacional.

lunes, abril 11, 2005

XLV Muestra. Abortos por bondad.com


Vera Drake. Madre. Abortera. Inocente. © UK Film Council

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Previa cita agendada por una tercera, Vera Drake acude a donde la jovencita necesite de su ayuda. Con un rallador de queso raspa un jabón, que diluye en una sustancia aceitosa caliente. Lo bombea a la vagina de la deshuciada, con la promesa que en un par de días, el "problema" sería expulsado de su vientre. Jamás se vuelven a ver las caras .
Es el Londres de los años cincuenta recreado por el director británico Mike Leigh. Vera Drake (Idem, 04) es una serena mujer, cuya normalidad aparente esconde un lado (también aparente) filantrópico, muy inocente, que si bien habla del aborto en una sociedad conservadora, va más allá de narrar el caso de esta mujer, eficazmente interpretado por Imelda Staunton.
Al inicio, una gran familia se reúne a tomar el té. El esposo trabaja en el taller mecánico de su hermano, a quien apenas le hace sombra. Los hijos también trabajan (él prefiere la vida galante; ella está a punto de permanecer quedada, empaquetando focos), pero Vera, tan social y conocida en la colonia, logra atraparle un marchante a la recatada hija. Limpia casa ajenas, atiende enfermos (su madre incluida) y a todas luces, es una mujer luchona, confiable. Y este rasgo la hace vulnerable para que le exploten la inocencia, pues en su clandestina cara de abortera, no cobra un solo centavo. El chiste es "ayudar" a quienes no pueden afrontar la maternidad.
Multipremiada la caracterización de Imelda Staunton (recordar aquí que estuvo nominada al Oscar, pero ni falta que le hizo recibirlo) la cinta transcurre lenta, deprimente, detallada, configurando los rasgos de cada personaje y en el caso del estelar, su lado oscuro. Ajusticiante final, muy abierto a interpretaciones y posibilidades, pero igual de sereno como Vera Drake.
Un personaje más que se suma a los delincuentes globales que resultan comunes en las visiones de esta XLV Muestra Internacional de Cine.

domingo, abril 10, 2005

"Encuestadores" plagiaros -del cine a la realidad y viceversa


Mucho ojo a la hora de contestar encuestas... afuera de un cine © Cortesía Videocine
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Yo soy de los que gusta contestar encuestas. Generalmente, a la salida de Mixup, siempre me encuentro alguien que me aborda para saber si fui a lo que dije que iba y si salí con lo que dije que iba a comprar. Más recientemente, hasta probé un nuevo yogurth licuado de nuez en un Wal-Mart. El caso es que siempre que me encuestan, dejo santo y seña de quién soy.
Antonio Barranda publica hoy una nota en Reforma titulada "Hacen extorsión ´encuestadores´" (Ciudad y Metrópoli, p. 8B), sobre un supuesto encuestador que afuera de un cine, interceptó a una pareja para obtener información sobre sus preferencias en cigarrillos. Previo al acto, obtuvo sus datos personales y teléfonos.
Así, mientras la pareja disfrutaba de su película, con el celular apagado, el supuesto encuestador habló a casa de uno de ellos, argumentando con santo y seña, que los tenía plagiados. Pedía un rescate y daba de tiempo justo el necesario para que la pareja saliera del cine, o sea, unas dos horas.
Sin poder comunicarse la familia con los agraviados, pagaron por "liberarlos". Al salir del complejo y regresar al domicilio, aquellos se enteraron que todo había sido una farsa. El secuestro virtual, en su máximo esplendor.
Durante la rueda de prensa de la cinta Manos libres... nadie te habla, que por cierto, se estrenó este fin de semana, uno de los reporteros inquiría a José Buil sobre el posible encasillamiento del tema, ergo, el cine nacional. El director respondió
que el "encasillado es el entorno social, no el cine mexicano" y por su parte Alejandro Calva, quien interpreta a un papá (también periodista) chantajeado por supuestos secuestradores, respondió que la realidad cinematográfica y los tiempos políticos "no se llevan bien", lo que da lugar en muchas de las veces, a la coincidencia temática.
La semana pasada, afuera del negocio de spinning de mi hermana, le robaron el carro a una de sus socias, quien apenas logró escapar ante la amenaza de ser llevada dentro. Por fortuna, el incidente no pasó a más ni cobró vidas que lamentar. Hace unos meses apañaron al Chacón, amigo del Erico, quien a la hora de entregar a su novia en su domicilio, los amagaron y también pidieron rescate, en un secuestro express,
no virtual.
No me encanta usar este espacio a modo de tribuna para atacar a tal o cual. Ni siquiera a los detractores de este sitio. Pero a sabiendas que los weblogs han servido como el foro que tanta falta hacía para quienes antes no teníamos participación ni voto, carajo, en vez de andar mendigando política en asuntejos como el desafuero del Pg, la liberación de Nahum Acosta o hasta el viaje de Fox al Vaticano para representar a "todos" los mexicanos en las exequias del Papa, señores administradores de este país, déjense de fregaderas y pónganse a trabajar, que de nuestros impuestos viven y de nuestras carteras ordeñan.
Carajo, sólo me falta que un día destos, a sabiendas que el cine es uno de mis máximos placeres y que al menos tres veces por semana acudo a uno, una banda de encuestadores me apañe y pida rescate. Tal cual ocurre en Manos Libres o para colmo, coincida con una asquerosa radiografía social como hoy -y mañana, y pasado-, retrató -y continuará haciéndolo- el Reforma. Aguas con los "encuestadores".

viernes, abril 08, 2005

XLV Muestra. Vino, hizo su desmadre y se fue


Cinéfilos, sin duda, el mejor proyecto de ópera prima cuequero © CUEC, UNAM
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Tadeo (Erando González). Mago callejero. Ex fotógrafo de estrellas y viejas encueradas; atlantista cuyo recién detectado tumor cancerígeno lo llevará a la muerte en breve. Félix (Gustavo Muñoz). Ayudante de mago. Ciego, declarado “vidente”; dealer regenteado por el padrote del barrio. "Aborto" de Marley.

¿Quién no se ha detenido alguna vez a escuchar el cantar de los merolicos en esta ciudad? ¿Y quién más no se ha resistido a los actos de magia que ejecutan uno y otro artista marginado de los reflectores? El Mago, primer largometraje de Jaime Aparicio plantea una historia terrena, cercana a quienes hemos vivido la ciudad así, con sus nombres, sus lugares y sus problemas.
Con gran regocijo, el tercer proyecto de ópera prima del CUEC ve por fin la luz durante esta Muestra, y sin duda, el proyecto de Aparicio deviene en una gran historia de pocas pretensiones, más allá del lazo fraternal entre ambos personajes y el bien morir. Estamos frente a un tipo de tragedia urbana que mucho se ha intentado y pocas veces llevado a buen término (cabe aquí recordar el tema de los niños de la calle en De la Calle, de Gerardo Tort o la muchedumbre capitalina en Ciudades Oscuras de Fernando Sariñaña, como dos recientes ejemplos).
Puteros, callejones malolientes propiedad de indigentes, túneles peatonales encharquecidos en la calzada de Tlalpan; azoteas atiborradas de toda clase de triques (con bella vista a la Torre Mayor) que conforman el mejor lugar para vivir, vecindades forradas de macetas. Congales de antaño cerrados (Barba Azul) que dieron paso a nuevos centros de atracción carnal (El Burbuja). Todas ellas locaciones que, a la vista del Mago y su “vidente” (que está ciego, pero cómo atina en las nalgadas a las transeúntes), cobran vida, hacen propio el disfrute de su espectador. Y conducen por una historia sincera, bella, ejemplar, de amistad, de ilusiones y deseos, a la vez de arrepentimiento.


Sin grandes pretensiones, una tragedia situada en esta maloliente urbe © CUEC, UNAM
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Y lo que es mejor, como todo mexicano que es capaz de burlarse de la muerte, éstos se pitorrean a sí mismos: Morgana (Maya Zapata) lo hace con su propio nombrey de vivir “para colmo” en el número 13 de una vecindad; el ciego, de su infortunio. Y el mago, de su obra y gracia (“Vine, hice mi desmadre y me fui”, es el texto que manda a esculpir en su lápida).

Al saberse en su lecho de muerte, Tadeo emprende camino hacia el pasado, con tal de absolverse sus pecados y reencontrar al amor perdido, en manos de Raquel (Julissa, en gran regreso a la pantalla grande), otrora cabaretera, ahora encargada de los sanitarios de un burdel. Su mejor amigo caído en tragedia, la madrina cuya memoria no recuerda los balonazos a sus macetas, la barriada con quien se juntaba…
Repito: El Mago es a todas luces, el mejor proyecto de ópera prima cuequero (el primero fue Rito Terminal, de Oscar Urrutia; el segundo, Un mundo raro, de Armando Casas, allá por la época cuando mataron a un gordito llamado Paco Stanley), ganadora del Zenith de Oro en el Festival de Cine del Mundo de Montreal. Ojalá los recursos del IMCINE y el FOPROCINE confíen más en propuestas de esta naturaleza y el público otorgue su voto de confianza a historias mucho más cercanas a su vida cotidiana.

Esta nueva generación de secuestradores


Los nuevos plagiarios estudian derecho en universidades privadas, nada fuera de lo común © Videocine

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En la que pareciera una radiografía del nuevo modus operandi de los plagiadores en este país, por fin se estrena Manos Libres… nadie te habla, segundo proyecto de una trilogía basada en la violencia contemporánea planteada por José Buil e iniciada con la exitosa Perfume de Violetas.
Son jóvenes, pudientes, inscritos en una de las mejores universidades al norte de esta ciudad. Estudiar derecho es una herramienta para vivir en la impunidad que, como asegura el director, “se ha vuelto un estilo de vida y todo mundo cree que puede hacer cualquier chingadera”. Prendidos con una línea y alcoholes, el objetivo es acudir al mall más mamón de la zona (ubicado en Bosques de duraznos, en este particular), atrapar a un par de polluelas y engatusarlas un rato, mientras se hace creer al padre de una que su hija ha sido secuestrada. El botín servirá para agarrar la Autopista del Sol y llegar a un rave en Acapulco.
Inspirada en un relato verdadero ocurrido en Plaza Cuicuilco y propuesto por Pía Buil (hija del director, fallecida en un atropellamiento no aclarado), Manos Libres es un thriller sobre esta nueva modalidad de secuestro virtual, que vuelve a alzar las voces de protesta en torno al nulo estado de derecho en que nos encontramos (para otros referentes cercanos, consultar Seis días en la oscuridad de Jaime Soriano y Conejo en la luna, de Jorge Ramírez Sánchez).
Uno de los logros de la cinta es la inclusión de nuevo talento, salido de la Casa Azul, escuela de actuación de Argos. Montados en un BMW Marcelo (Gerardo Méndez) y Axel (José Carlos Fernández) son los nuevos plagiarios yuppies, de cuyas familias no quieren saber y padecen de evidentes rupturas. Betty (Ana Paula Corpus) y Aída (Gloria Stalina), intercambian roles de clase mediante su vestuario y se lanzan al ligue. Rodrigo (Alejandro Calva), papá de la primera, es un periodista de Milenio que, como cualquier otro integrante del gremio, tiene el agua hasta el cuello y sus bonos no alcanzarán para cubrir el rescate.


Las víctimas, en el mall más mamón de la zona (norte): bosque de duraznos © Videocine

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A diferencia de Perfume de Violetas, esta segunda entrega de la trilogía trastabilla un poco en su resolución, que pudo haber causado aún más shock. Asimismo, queda a medias tintas al tocar algunos subtemas (como la pedofilia, la falta de ética en los medios -“el periodismo más mierdero de este país”- y la separación familiar) sin abarcarlos por completo, aunque bien le dan forma y contexto a la historia.
“Obligado” a construir personajes vivos, sacados de la vida cotidiana donde el espectador comparta sus problemáticas, José Buil sabe que “lo más casero y con más personalidad, es lo que mejor nos salía”, en referencia al tipo de historias que el cine mexicano debe contar, en momentos donde casualmente los tiempos políticos y los cinematográficos coinciden y parece que todo mundo habla de lo mismo (en este caso, el secuestro).
Con 130 copias y un presupuesto de producción menor al millón de dólares, Manos Libres se estrena como antesala de La niña en la piedra… nadie te ve, proyecto culminante ya en post producción de esta trilogía, en la cual participó talento de las dos primeras entregas. ¿Y en el futuro? “Prometo hacer una comedia”, bromeó el director durante la presentación a los medios.

Un tirito contra tu madre


Un jeringazo mató la curiosidad del gato... y de Paul © Little Wing Films Ltd.
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Cada mañana Paul (Harry Eden) lleva hasta la cama de su madre una jeringa con medicamento. A los 10 años todavía se puede confiar. Perdonar que sea inadvertida la fecha de su cumpleaños. A esa edad la bici es el transporte ideal y el futbol un modo de vivir.
Pero cual chamacos, la realidad golpea de frente y llega de otros: su madre no es otra cosa sino una junkie, su mejor amiga acaba de morirse de un pasón, la acaban de correr de su trabajo por la misma razón y su dealer, mejor amigo de su fallecido esposo, la padrotea a su antojo. Es Inglaterra, Paul está solo y luchará por sacar a su madre adelante y a su pequeño hermano.
Paul (Pure, 02), cinta que se estrena este fin de semana, se inserta en una corriente de películas donde se aborda el mundo de la drogadicción (desde Trainspotting –Boyle, 96 -; Requiem for a dream -Aronofsky, 00- hasta de paso Spun -Akerlund, 02- y Thirteen -Hardwicke, 03-), sólo que su gran diferenciador ocurre en ofrecer otro punto de vista: el de los niños, mismo que se agradece al director Gillies MacKinnon quien así se salva de caer en lugares comunes.
Sin duda, dos grandes momentos de la cinta resultan cuando Paul se pone al tú por tú con su madre y se hablan en el mismo idioma: el de las drogas; el segundo, cuando convencida de abandonar la heroína, Mel (Molly Parker, espléndida) se apoya en Paul para permanecer en cautiverio en su propia casa, a sabiendas que pronto llegará la desesperación y los intentos de conseguir ese preciado calmante de nervios.
Por lo demás, la historia de chamacos que se cuidan entre sí, se escupen netas dolorosas y tienen que salir adelante a como dé lugar aún estando en un mugriento barrio londinense, es de apreciarse y configura el contexto de la historia. Una vez más, a la par de lo que se ha visto en la XLV Muestra Internacional de Cine, la infancia perdida en otro escenario del mundo.
Complementa el reparto Keira Knightley, quien esta vez deja los tachones (Bend it like Beckham. Chadha, 02), las aventuras épicas (King Arthur. Fuqua, 04), para dar vida a una madre soltera, mesera, también drogadicta, cuyo futuro hijo volverá a ser arrebatado por el gobierno. Y ella será la responsable de proporcionar consuelo a Paul, pero también de hacerlo probar los falsos placeres de la droga, con tal de exponerse a las mismas condiciones que su madre y poder enfrentar, juntos, la dolorosa batalla de la rehabilitación.

jueves, abril 07, 2005

Y tú, ¿qué tan heteroaburrido eres?


Como bien diría después el célebre Bob Crane: un día sin sexo es un día perdido... © 20th Century Fox Film
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Luego de estudiar decenas de miles avispas Gall (Cryphonectria Parasitica), Alfred Kinsey, biólogo doctorado en Harvard oriundo de una clase extrema conservadora, encontró que cada ejemplar es único. Para llegar a esa conclusión, le tomó muchos años de trabajo y defensa de un genuino interés científico. En 1938 sus estudiantes en la Universidad de Indiana le acudían buscando respuestas sobre mitos en torno a la sexualidad, mismas que no podría contestar pues nunca antes nadie había realizado una investigación sobre el comportamiento sexual del hombre. Esa inquietud, esos primeros estudios escandalosos y reveladores en la post guerra, se los debemos a él. Y al director Bill Condon la cinta Kinsey, sobre este menospreciado personaje de la historia.
¡Jesucristo regurgitado! Imagino así las más expresiones de recato que en torno al tema se pudieran echar al aire. Con el apoyo de la Fundación Rockefeller, Kinsey abrió las puertas del Instituto para la Investigación Sexual (hoy en día El Instituto Kinsey para la Investigación en Sexo, Género y Reproducción) en el campus de la Universidad de Indiana. Eran mediados de los cuarenta. Así, desarrolló un cuestionario y técnica de entrevistas peculiar, que tomaban en cuenta más de 200 tipos de conductas sexuales distintas en un cuestionario de 350 preguntas. Recopiló 18 mil historias por todo Estados Unidos. Además, desarrolló una -ahora célebre- escala de siete puntos para medir el grado de homosexualidad-heterosexualidad del individuo... para quienes aún dudan de su vulnerabilidad hacia el mismo sexo.
Y cuando una nueva bomba atómica estalló, en 1947, con la publicación del libro Sexual behavior in the human male, Kinsey se convirtió en el “Freud americano”, abriendo puertas para hablar abiertamente de sexualidad (¡por fin!) en ocho idiomas y con una venta de 25 mil ejemplares sólo el día que la publicación vio la luz. Todos estos pasajes, los podemos apreciar encarnados en Liam Neeson y apoyado por un reparto que incluye a Laura Linney y Chris O´Donell.
Sin ser autobiográfica, la cinta de Bill Condon (recordable por Gods and monsters, donde ya trataba una relación homosexual entre un viejo director de cine y su jardinero), se mete a la vida adulta de uno de los científicos más célebres del siglo XX, a quien mucho debemos para entender el comportamiento sexual que nos rige. Muy en el estilo de A Beautiful Mind (Howard, 01), el legado de Proko (Professor Kinsey, como le apodaban) debe, necesariamente, entenderse en otros capítulos: los de sus propias publicaciones. Y su película, aún al día de hoy, seguro levantará voces de protesta conservadoras, siendo que el disfrute sexual es un placer único en el humano. Y por tanto, debería ser más comprensible.

Según el estudio de Kinsey:

* 67 y el 98 por ciento de los hombres entrevistados habían tenido sexo antes de casarse.
* Dependiendo de la clase social, 50 por ciento de los maridos habían tenido relaciones extramaritales
* 92 por ciento de los hombres admitían haberse masturbado y
* 37 por ciento de los hombres americanos habían tenido cuando menos una experiencia homosexual.

Las cifras que “escandalizaron” en sus tiempos (1953) a la nación americana sobre el comportamiento sexual de la mujer, consideraban que:

* 62 por ciento de éstas reportaban haberse masturbado,
* Cerca de 50 por ciento habían tenido sexo pre-marital y
* 26 por ciento reconocían haber tenido relaciones extramaritales, además de otras revelaciones que causaron furor.

miércoles, abril 06, 2005

XLV Muestra. No negarás la mascota que te sea obsequiada


Y nunca es tarde para hacerse de un amigo canino que jamás te traicionará. © Guakamole Films
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Juan Villegas intenta abrirse paso vendiendo unos cuchillos hechos a mano en un triste y desolador panorama. Ello, tras haber perdido su trabajo en una estación de paso ubicada en la Patagonia. Si las cosas de por sí ya estaban difíciles, para un viejo de su edad, se ponen aún peor.
Inscribirse a una bolsa de trabajo es prácticamente humillarse ante el reclutador. Pero sus conocimientos de mecánica salen a flote cuando transitando por la carretera, la casualidad de encontrarse con un mujer cuyo carro se encuentra varado, le proporciona el inesperado giro que a estas alturas la vida puede proporcionarle a Villegas o a cualquiera de nosotros.
En recompensa y a falta de dinero, la pudiente familia con quien se topó decide regalarle a un perro de fina raza (un dogo), originalmente establecido como semental para un fallido criadero. Villegas, a quien parece darle lo mismo, acepta, sin saber que en "Le Chien" se encuentra una mina de oro a punto de ser descubierta.
El Perro, cuarto largometraje del che Carlos Sorín, recurre a su modelo de contar historias, por medio de no-actores (ninguna de las personas que aparecen en pantalla son profesionales; hasta para el perro ésta es su ópera prima)y en plena tendencia al documental, más que a la ficción. Por tanto, la actitud de sus personajes y las reacciones que presentan, tienden a volverse de lo más normal y común que cualquiera puede experimentar.
El Perro es otra propuesta honesta que podremos ver en esta Muestra. No se espere una cinta escandalosa, derrochadora de recursos. Por el contrario, admírese la naturalidad con que se desenvuelven los no-actores, los paisajes a donde se recurren y la sorpresa de quienes participan en la historia, todos ellos retratados por medio de una fotografía que tiende al close up, encerrando caras y gestos en la pantalla.
Quienes haya recibido un perro como obsequio en gratitud por algo o simplemente como un acto de confianza cuya vida ha sido encomendada al nuevo dueño, seguro se identificarán mejor con la cinta. Y quienes aún no hayan gozado más de la vida al lado de una mascota canica, Carlos Sorín les hará enterarse que nunca es tarde para hacerlo.

martes, abril 05, 2005

XLV Muestra. Abre las piernas


Rusia, Estonia, Suecia, aquí... donde quiera se explotan Lolitas como Lilja
© Memfis Film Right AB
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Lilja (Oksana Akinshina) está feliz porque dejará la pocilga ex soviética donde vive para irse con su madre y galán salido-de-internet hacia América. A los 16 años sólo se puede esperar tener un mejor futuro por delante. A la mera hora, la madre revira, y decide dejarla, con la promesa de enviar por ella después. El buen entendedor sabe, reconoce, tiene frente a sí, una de las más cruentas despedidas. Y así inicia Las alas de la vida (Lilja 4 ever), del director sueco Lukas Moodysson.
Por si no fuera suficiente el abandono, una inválida tía llega a apoderarse del departamento donde vive Lilja, enviándola a un chiquero peor. Sin comida ni dinero, ésta le recomienda "abrir las piernas" para sobrevivir, como le hiciera su madre. Al poco tiempo, una carta da noticias de su paradero, en tanto confirma la tragedia: Lilja no fue una niña deseada. Se deslindaba de todo tutelaje.
Y así, al lado de su enamorado ángel de la guarda Volodya (Artyom Bogucharskij), otro niño echado a la calle por su padre, buscará la subsistencia en el oficio más antigüo de la humanidad: la prostitución. Primero, a voluntad. Luego, por la fuerza, tras el engaño de un trabajo remunerado y vida mejor.
¿Qué diablos pasa en este mundo? Me pregunto al terminar la proyección. Lo primero que me viene a la mente es pensar en la cantidad de infantes que han perdido toda esperanza de vida por las condiciones en las que viven aquí y allá. Y los que, peor aún, sufren de hostigamiento sexual. Las alas de la vida no es solamente una película redonda (inicia donde acaba) muy bien hecha, actuada y mejor musicalizada (la estridente pieza con que inicia, muy en el tono de Rammstein).
Escupe ácido en muchas de las llagas donde adolecen las sociedades globalizadas: la pobreza que favorece el abandono, la separación familiar, la infancia marginada y su consecuente explotación, así como la drogadicción (un tubo de pegamento chorreado dentro de una bolsa es, donde quiera, suplemento alimenticio). Si en esta Muestra Internacional de cine se ha delineado la violencia como eje temático, con las primeras entregas yo sumaría la pérdida de la infancia.
Y sin buscar mucho, la Unicef atribuye las causas de estos males a la guerra, crimen organizado, disfunción familiar, comercio de drogas y hasta la globalización.
Y es que según el informe The State of the World’s Children 2005, el tráfico de menores es de 1.2 millones de infantes en todo el mu
ndo y otros dos millones, la mayoría niñas, son explotados sexualmente. La mayoría en India, seguida de Estados Unidos.
¿Cuántos más personajes como Michael Jackson habrán regados en todo el mundo, escondidos, en la ignominia? ¿Cuántos portales de internet dedicados a la pornografía infantil cambian día a día de servidores para volverse inmunes a cualquier rastreo? ¿Cuántas producciones en video y cine apócrifas seguiremos viendo en DVD o VDC piratas en la calle, sin reparar un segundo en su origen?
Tantas preguntas, tan pocas respuestas. Para un referente crudo, pero mejor realizado, Las alas de la vida es, por mucho, una joyita fílmica.

lunes, abril 04, 2005

XLV Muestra. Cada pozo tiene su aro


Pésimo momento para perder la inocencia. © Colorado Film Production
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El repentino hallazgo de un niño en el fondo de un pozo, resulta incomprensible para Michele (Giuseppe Cristiano), quien a sus diez años de edad y en la postrimería de la década de los setenta, no comprende por qué se halla ahí, encadenado, en una comunidad rural de Italia.
Del creador de Mediterráneo (1991), ganadora del Oscar a la mejor película extranjera, Gabriele Salvatores tiene cabida en esta XLV Muestra con El pozo (Io non ho paura), cinta basada en el best seller de Niccolo Ammaniti.
Ante la revelación, Michele se da a la tarea de propiciar alimento y compañía al preso, quien desconfiado al inicio, paulatinamente lo hace pasar incluso como “ángel de la guarda”. Su temor a revelar el secreto es rebasado por las noticias en la televisión, cuando descubre que el plagiado se llama Filippo. Y que su domicilio, a donde recién ha regresado su padre después de trabajar en Venecia, es el lugar donde se ha orquestado el rapto. ¿A quién recurrir entonces?
Con El pozo (que además llega dos años tarde a nuestro país), Salvatores no pretende a estas alturas levantar voz alguna de alerta sobre el secuestro en su país, tema que asegura, fue recurrente en la década donde se supone ocurre la historia. Es entonces, una pequeña muestra sobre la “desesperada situación y el sentimiento de abandono que existe en estas regiones”, sobre todo, al sur de Italia.
Amplias tomas con techos nubosos azules, sendos paisajes, trigales y colinas bellamente retratadas, redondean la soledad de la que habla el autor. Del Kit Kat a la Barbie mutilada: los dulces y juguetes que se desean no importa el rincón del mundo. Sorprende también la transparencia como se desenvuelven los niños actores, quienes cargan con el peso de la cinta que transcurre del thriller, al relato dramático. La pérdida de la inocencia en el propio seno familiar.
Así, el que pareciera un tema y capítulo distante en la historia italiana, resulta un achaque moderno en sociedades como la nuestra.

domingo, abril 03, 2005

Esa leyenda urbana llamada Leatherface


Nada como una imagen tan grata como esta, para incitar a la acción © 20th Century Fox Film
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Un narrador introduce a la historia de una masacre en cadena, ocurrida en Texas, en agosto de 1973. La proyeccion de footage exclusivo en propiedad de la policía local conduce al sótano donde supuestamente, el loco de la sierra eléctrica responsable, masacraba a sus víctimas. Paredes desgarradas, pedazos de greña atorados. "Inspirada" en hechos reales, The Texas chainsaw massacre, remake de la cinta de Tobe Hooper (1974) está aquí. Y nada de lo que se cuenta fue real, ¡pero cómo lo parece!

A este bizarro asesino llego tarde, con toda la carga a cuestas de Freddy Krueger, el deformado asesino de las navajas (Nightmare on elm streeet. Craven, 84); Michael Myers, el niñote incomprendido cuchillo en mano (Halloween. Carpenter, 78); Jason, el loco tasajero que se esconde tras la máscara de hockey (Friday the 13th. Cunningham, 80) y más recientemente, el Hannibal Lecter de Thomas Harris (The silence of the lambs. Demme, 91 y Hannibal. Scott, 01). Pero la sombra de Thomas Hewitt, aquel granjero texano que para sobrevivir a un mal cutáneo se confeccionaba máscaras con la piel de sus víctimas (de ahí el célebre nickname Leatherface) la cargaba pasiva. Hasta ahora.
Confieso jamás haber visto la cinta original de Hooper, referente obligado y probablemente parteaguas en la forma posterior -y moderna- de delinear asesinos seriales. Por ello, el remake a cargo del debutante videoclipero Marcus Niespel me hizo correr a verla, a sabiendas de la buena dosis de sangre y mutilaciones escupidas en pantalla. La noticia de Michael Bay en la producción, a cargo de un nuevo estudio (Platinum Dunes) en alianza con Radar Pictures, garantiza más el éxito en taquilla,
¿El resultado? Una trepidante alegoría de mutilaciones orgánicas. Cinco chicos oriundos de Dallas, recorren el estado para asistir a un concierto. En el camino trepan a su camioneta a una chica que casi arrollan y que, completamente transtornada, saca un revólver de sus ingles para dispararse tiro en la boca... tras alertarlos del mal que azota la localidad.
Esta bienlograda secuencia (la bala recorre su boca, sale por la nuca estallido previo de los sesos y termina reventando el medallón tiñéndolo de rojo, todo, mediante un travelling de la cámara) o conserva el público en la sala, o termina por lanzarlo al wc. Lo que sigue son gritos, corretizas, efectos sonideros y demás artilugios, hasta la aparición del loco con la sierra electrica andando y... de nuevo la gritoniza, corretiza y matadero de gente.
Ahora sé que la franquicia de Thomas Hewitt la estiraron a tres secuelas (la última de ellas, de 1994, ¡Reneé Zellweger incluida!). Ahora también sé que la cinta está "inspirada" en hechos reales (lo cual significa que no está "basada" en) sobre un tal Ed Gein, que en 1950, en Wisconsin, le dio por matar mujeres y eventualmente mutilaba sus cuerpos en ropa o para confeccionar muebles. Luego entonces, como muchas otras libres adaptaciones (me viene a la mente la leyenda de Ellie Codworth, la "bruja de Blair" en los bosques de Burkitsville) nada de lo que vemos fue real.
Así que como bien dice Ernesto Diezmartínez sobre el cine de horror, "es irreal. Es decir, el espectador permanece sentado en su butaca, a salbo tanto del horror fílmico, irreal, que del verdadero, el real", además de tener una función "evasiva", que nos "ayuda" a olvidar los problemas reales.

Señor. Señora. Olvídese de la pena y el horror que día a día le brindan las noticias. Olvide que el desafuero contra el Pg va y que la mentada Jolette de La Academia no cánta pero cómo enchincha. Lleve a sus chamacos a disfrutar del rato bonito, familiar. Llévelos a gozar de La Masacre de Texas. Y si al salir aún le queda antojo, nada mejor que unos tacos de tripa para deleitar.