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miércoles, abril 27, 2005

Siete austriacas e invisibles, en México


En Hotel, el horror sigue siendo una constante fílmica global. © Essential Filmproduktion GmbH
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Anoche estuve en la inauguración del ciclo Autores del cine austriaco contemporáneo, en la Cineteca Nacional. La película que abrió esta muestra de siete largometrajes fue Hotel, de Jessica Hausner quien con Franziska Weiss, la protagonista, estuvieron presentes y charlaron con el público posterior a la función.
Irene (Weiss) nueva empleada de un lúgubre hotel inserto en los alpes austriacos, es en realidad el relevo de Eva, quien desapareciera misteriosamente y de cuyo rastro los mucamos se niegan a hablar. Encomendada a vigilar periódicamente el sótano, Irene deberá vencer sus miedos a la vez que se integra al equipo.
Muy cercana a lo que en 1999 hicieran Eduardo Sánchez y Daniel Myrick con la presupuesto-reducida The Blair Witch Project (y más recientemente John Polson con Hide and Seek), es lo que la directora austriaca nos ofrece, con una película de horror (donde se juega con el miedo a lo desconocido) que evita caer en los lugares comunes y gratuitos (abusar de los sonidos incidentales, saturar encuadres con repentinas apariciones que provoquen catarsis) con tal que el espectador se apropie de la trama y termine por explayar y fabricar su propio elemento de miedo.
Franziska Weiss, actriz en el alma, maestra en desarrollo social de profesión (y he de decirlo, verdaderamente más bella en persona), me comentaba que efectivamente, mucho de lo que en Hotel se muestra se inspira en lo ya visto en los bosques de Burkitsville, Maryland, con aquella bruja de Blair. Pero más allá, la directora quiso jugar con el espectador como lo hacía Alfred Hitchcock (rubia protagonista incluida), resultando en una película que brinca en dos planos narrativos: uno de facto y otro onírico (ojo a las guardias del sótano, la caminata en el oscuro pasillo y hasta esa musiquita-tétrico-cortada del elevador) que se resuelve y concluye en la propia interpretación del espectador.
Para completar el círculo fantástico de su Hotel, Hausner se valió de múltiples leyendas locales y plantea una en torno a una vieja habitante del bosque, con todo y ofrenda incluida.
Durante su visita de apenas una semana a México, Franziska lo mismo pudo aislarse terrenalmente durante un recorrido por Teotihuacan, como sumergirse y sorprenderse en la pasada marcha del silencio, donde según cifras oficiales, participaron un millón 200 mil marchistas, casi el equivalente a la población de su ciudad natal, Viena, pero metidos todos en Paseo de la Reforma. ¿Cine mexicano? Si, claro. Desde Amores Perros hasta Japón, ópera prima de Carlos Reygadas con quien compartió día de exhibición y fiesta antrera durante el Festival de Cannes en 2002, mientras promocionaba Días Perros de Ulrich Seidl (también programada durante este ciclo austriaco).
Hasta aquí las buenas noticias. Las malas refieren a que las siete películas de este ciclo, son tan inéditas que prácticamente se volverán invisibles en nuestro país, dado que sólo se exhibirán hasta el próximo 4 de mayo. Por ello, vale la pena agendar una o varias tardes en la Cineteca Nacional, para conocer un poco más sobre la vanguardia cinematográfica austriaca.