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sábado, abril 23, 2005

Boogeyman, el nombre del miedo


Escatofóbicos: abstenerse o disfrutarla en mero acto de sadomasoquismo. © Ghost House Pictures

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Nunca he dudado en confesarlo. De chico, y aún grande, le he temido a la oscuridad. No soporto el hecho de encontrar abierta una puerta del closet, mucho menos en la noche. Las engañosas sombras de la oscuridad y lo caprichosas que pueden comportarse en cualquier objeto, siempre me han merecido un reojo para cerciorarme de que nada con vida, se esconden detrás. Por eso, cuando vi el trailer de Boogeyman, sabía que podría encantarme. El resultado fue otro.
El hecho de que Tim (Barry Watson) fuera forzado por su padre a permanecer encerrado en un armario para que comprobara que ninguna entidad habitaba en él, lo marcó para toda su vida. De niño, la oscuridad de su cuarto le provocaba esa angustia de ocultarse bajo las sábanas y esperar a que la luz del sol anunciara el día siguiente. Pero la noche que su máximo temor salió del clóset y engulló a su incrédulo papá sin dejar rastro de él, nada la explica. 15 años después de los acontecimientos, que lo alejaron de su hogar natal, Timmy deberá volverlos a encarar, tras la muerte de su madre.
¿Hasta dónde son reales o no el origen de los temores que son expuestos en Boogeyman? Creáme, amable lector, que francamente no lo sé. Por el comportamiento del guión de esta cinta producida por Sam Raimi pero dirigida por Stephen Kay, pareciera que todo conduce a un monstruo de látex-encapuchado-eventualmente digitalizado que, cuando aparece ante el espectador, ofende y hace tambalear la muy bien lograda premisa (¿por qué la gana del director de arruinar el factor sorpresa? Para otro ejemplo, véase Jeepers Creepers 1,2, et-al).
Por el otro lado, la presencia de una niña sabedora del famoso Boogeyman y quien ha padecido una historia similar, ofrece un segundo plano narrativo a la vez que el guión se enfrasca en una serie de acontecimientos desafortunados: aún con sus evidentes huecos, curiosamente le otorgan una afortunada y emocionante secuencia de persecución (veáse la corretiza alternante entre el motel y la casa, con puertas que abren y cierran y conducen a…)
Y a pesar de ello, Boogeyman ofrece varias chispas de ingenio (“el verdadero terror está debajo de la cama”) mezcladas con los ruidos y apariciones incidentales altamente frecuentadas en el género, para sacarle un brinco repentino al consumidor. Sin embargo, para quienes han seguido de cerca el género, seguramente encontrarán parecidos con Sixth Sense (Shyamalan, 99) y The Others (Amenábar, 01), mucho mejor planteados y con mayor eficacia.
Para finalizar, cabe destacar que la compañía productora Ghost House Pictures, fundada por Raimi y Rob Tapert, se enfoca a la producción de películas de horror, ciencia ficción y fantasía comerciales, y junto con la distribuidora Senator International, a inicios de este año les conocimos una mancuerna en el género, con el remake de The grugde. Así que la mayor inspiración para revivir el género, proviene decididamente, de países como Corea y Japón. Habrá que esperar mayor (mejor) cosecha.