Cinexcusas - Reseñas, premieres y lo que se acumule!

martes, enero 24, 2006

September joke

A ver, sonrían para la foto. Como que parezca de a de veras... © Palisades Pictures
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Anticipo una disculpa por si lo siguiente pudiera parecer el peor de los chistes.
¿Qué es lo más absurdo que podría haber hecho un neoyorkino después del 9/11, con tal de "cobrar" venganza? Piénsese en el ciudadano promedio, totalmente cosmopolita, urbano, cuya vida cambió radicalmente cuando las torres gemelas se vinieron abajo. Por un momento olvide las imágenes de Michael Moore ridiculizando a George Bush desde su Fahrenheit 9/11 (por cierto, ya viene el 9/11 1/2, para el 2007). ¿Qué habría hecho usted, si fuera el caso?
A cuadro aparece un "x" que dice llamarse Don Carlson (George Calil) y se autodesigna cineasta. A seis meses del 9/11 se encuentra en el aeropuerto junto con un asistente, siempre cámara en mano, a punto de partir a Afganistán, con la loca idea no sólo de filmar lo que está pasando allá, donde la guerra (yo no la dejo de llamar invasión) cobra vidas y los noticiarios no se atreven a entrar. En ese lejano oriente donde, efectivamente, hay un conflicto armado de por medio, pero la naturaleza bélica de la región sorprende cuando aparecen las armas por cielo y tierra, tan fáciles de conseguir. Tan sencillas de usar.
Así empieza Septiembre Negro (September Tapes), cinta de Christian Johnston, que bien puede ser catalogada como un falso documental o mockumentary, sin caer necesariamente en la parodia o la farsa. A su llegada, apoyados por Wali Razaqi (único productor/actor afgano-estadounidense de habla farsi que trabaja en Hollywood), se dan a la tarea de retratar todo cuanto ocurre. Peor aún, la locura en pleno llega cuando es el deseo del director, "perseguir" a quienes desean ultimar a Osama Bin Laden, cuando en tierra de talibanes, todo aquel que tenga facha de americano es, literal, carne de cañón. Y es entonces cuando este falso documental, que prometía una mejor premisa, se viene parcialmente abajo.
Que un solo gringo -loco, loquísimo- sea capaz de meterse a la boca del lobo, cámara en mano, ser encarcelado por ponerse al brinco en los retenes militares (y salir bien librado), se atreva a caminar por las oscuras y solitarias calles durante el toque de queda; que su entrenamiento militar le proporcione habilidades para manejar las estupendas AK 47 y rifársela acribillando a algunos barbudos... todo, absolutamente todo encuadrado sin los menores rasguños, es de rayar en el absurdo. Que éste fulano Carlson se embravezca a la mera hora y quiera hacerse compadre de los que van a la caza de Bin Laden (de la Alianza del Norte), uniéndoseles en lo inhóspito del desierto, y esté a punto de lograrlo, es un peor chiste.
Pero cuál es la valía de las "cintas" de septiembre (porque las hay, son varias y así se narra la película)? Sí, el haberse arriesgado como cineastas estadunidenses cuando la recompensa estaba por colgar sus cabezas de un hilo. Sí, retratar un lado humano-bélico del territorio que se encontraba en los ojos del mundo (Kabul es la locación). Mejor: volver a poner en tela de juicio lo insulso que resultó la invasión (que yo sepa, al día de hoy Bin Laden y Al Qaeda siguen atemorizando a sus antiguos patrones).
Cintas del estilo me hacen recordar cuando muchos nos tragamos aquella piñota titulada The Blair Witch Project (Myrick & Sanchez, 99), donde también aparecen a la luz pública, cintas inéditas de acontecimientos inverosímiles, tiempito después de ocurridas las desgracias.
No es por aguar la fiesta, pero mucho ojo, hay que tener un poco de criterio para saber enfrentar este espectáculo, que en ratos entretiene, en otros se muestra verdaderamente crudo y sádico (hay gente de verdad muriendo a balazos y misilazos). Pero cuando el director confiesa las razones del por qué estuvo ahí, y dejó todo por ir, el final puede convertirse tan emotivo como cursi.

jueves, enero 12, 2006

Entre chaquetas te veas

Para elegir entre el Adrien Brody de cartelera en Regresiones, o el de King Kong. © Mandalay Pictures
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Durante la operación Tormenta del Desierto (1991), el sargento Jack Starks (Adrien Brody) pudo presumir haber muerto y regresado a la vida, tras recibir un disparo en la cabeza de parte de un aparentemente inocente escuincle. Ya que hablamos de múltiples entierros, Starks se salvó de uno, pero sobrevivir le costará padecer de amnesia temporal y que, para su mala suerte, sea acusado de asesinato y recluido en Alpine Grove, institución que atiende –y experimenta- con enfermos mentales. De eso trata Regresiones (The Jacket), cinta de John Maybury ya en cartelera.
Hasta ese punto, la historia ocurre sin mayor sorpresa. Pero es cuando aparece entonces un seudo médico deschavetado, el Dr. Becker (Kris Kristofferson) quien decide emplear al nuevo inquilino como ratón de laboratorio para su nuevo método de sanación: doparlo al extremo, enchaquetarlo (de ahí el título original) y encerrarlo por horas en las planchas de la morgue. ¡Vaya escenas de claustrofobia! Es entonces cuando por acto de magia –y de los barbitúricos administrados-, Starks no sólo ve su suerte y empieza a recordar todo aquello que parece haber olvidado: es capaz de ver hasta su futuro y ¡transportarse a él! Por lo que sacará ventaja para sobrevivir, a sabiendas que va a morir.
Si la resolución y tremendos viajezotes suenan como al título de esta reseña, el espectador promedio optará por ver mejor al mismo Brody, pero en el remake de King Kong. Quienes decidan quedarse, encontrarán a una oscura Kiera Knightley acompañando al protagonista, tras reconocer haber dejado los papeles de niña inglesa “bonita y engreída” (¿quién la manda?) de sus películas anteriores (Jugando con el destino, Piratas del Caribe) para adentrarse en un intrigante personaje, que explota sus habilidades camaleónicas.
Para el público sabedor, esta extraña mezcla de contenidos ha sido antes vista en fórmulas como la de El efecto mariposa (Bress y Gruber, 04 donde se explota este tema de las realidades y mundos paralelos, a partir de mínimos cambios en la entropía universal -¡he dicho!-) y Amnesia (Nolan, 00), donde el personaje central posee sólo memoria de corto plazo.
Con Regresiones, cada vez es más evidente la influencia que poseen ciertas figuras de peso completo en las temáticas salidas de la maquinaria hollywoodense. Tan sólo basta mencionar que detrás de la producción se encuentran las mentes de George Clooney (próximo a mostrar sus dotes como director en Good night, good luck) así como su compadre Steven Soderbergh (Erin Brokovich), que colaboran para la compañía Section Eight, perteneciente a la major Warner Bros. Ni más ni menos

jueves, enero 05, 2006

En lo que regresan los mutantes

Las alas de la vida. De lo mejor en el 2005. Ni p´a qué poner a la pareja cursilona Cruise-Holmes como el churro del mismo periodo. © Memfis Film Right AB
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Con más gloria que pena, finalizó mi 2005. Un año de verdadero aprendizaje, de encarar las adversidades como venían y de pujarle duro para salir adelante y demostrar que sí se puede. Antes de un obligadísimo receso decembrino en el que valoré aún más a mi familia, tal como lo dijera en el post pasado, tuve a bien meterme a disfrutar de mi última cinta del 2005. Quienes me conocen, saben que no es novedad que haya dejado de acudir tanto al cine. Y así fue, aún alcancé a ver-imagínense cuán tarde!- El cadaver de la novia (Burton, 05), espléndida animación que no doy cómo le hicieron y que con todo y que la doblaron al español, me sorprendió.
Y así de rápido voló el 2005. Hace un año y tres meses que inicié esta aventura, no hacía otra cosa sino acumular mis boletitos del cine y después contabilizarlos para resumir la "gran" cantidad de películas que me reventé. A mediados del 2005, cuando mi bolsillo se mermó y encontré mi feliz ocupación, no hubo ya tiempo para el cine. Al menos no tanto como antes, pues no dejé de ir a las funciones de prensa donde me encuentro -felizmente, también-, acreditado. Con tal de no abandonar mis numeralias no podré no contar las películas que ví, las cuales, si bien me fue, apenas habrán rebasado las 100 proyecciones en 365 días. Lo mejor de todo, un 80% de las mismas seguro fueron funciones de prensa. Ya les daré el dato cuando recuerde cuándo/dónde/película/con quien fui a todas esas premieres. Gracias a quienes me conocen y acreditan mis tarugadas experimentales arrojadas en comentarios en este blog (Marcel Gaitán de 20th Century Fox; Mariana Padilla, de la Cineteca Nacional; Carlos Jiménez, de Videocine) y en Libertas, el periódico interuniversitario de México, que es su edición impresa mensual, sigue apartándome una hoja a color para otro tanto de burradas.
Y con tal de no dejar un pequeño comentario-resumen de la inmensa actividad cinematográfica del 2005, y a partir de una pregunta que me hicieron algunos primos a la luz de la no-luna en las playas de Oaxaca hace unos días, no me queda otra más que confirmar que, para mi, la mejor película del año fue, sin duda, Las tortugas pueden volar (Ghobadi, 04). Y la peor, en términos de lo que se esperaba y de la enorme producción que le invirtieron: La guerra de los mundos (Spielberg, 05). Ello, sin acotar la insulsa publicidad del amorío entre Tom Cruise y la protagonista -secundona- de otra mugre acomodada narrativamente a conveniencia mercadológica: Katie Holmes en Batman Begins (Nolan, 05). Bueno, ahora que lo recuerdo, mi segunda película favorita del año, también se dejó ver durante la XLV Muestra de la Cineteca Nacional: Las alas de la vida, del sueco Lukas Moodysson, y que llegó a nuestro país tres años después de realizada. La desolación, diría yo, fue el eje tematico de muchas películas que vimos en el año que recién concluyó.
Y bueno, en lo que regresan los mutantes, los hijos del átomo a la pantalla (X3, con Brett Ratner en la dirección, relevando a Bryan Singer, quien optó por irse a la comiquera del patio trasero y revivir a Superman), también muero ya por ver Memorias de una geisha, del mismísimo Rob Marshall que me incrustó en la memoria visual y auditiva el espléndido montaje de Chicago (02) en adaptación cinematográfica. Y lo que esté por venir, más lo que se acumule, aquí encontrará un espacio para el comentario. Si no el más atinado, totalmente desenfadado. Por lo menos en lo que consigo irme a Nueva York y presiono al Erico para que su ópera prima sea Ghostbusters III. Luego les adelanto lo que llevamos del guión.

Feliz y muy cinéfilo 2006.