Cinexcusas - Reseñas, premieres y lo que se acumule!

martes, abril 05, 2005

XLV Muestra. Abre las piernas


Rusia, Estonia, Suecia, aquí... donde quiera se explotan Lolitas como Lilja
© Memfis Film Right AB
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Lilja (Oksana Akinshina) está feliz porque dejará la pocilga ex soviética donde vive para irse con su madre y galán salido-de-internet hacia América. A los 16 años sólo se puede esperar tener un mejor futuro por delante. A la mera hora, la madre revira, y decide dejarla, con la promesa de enviar por ella después. El buen entendedor sabe, reconoce, tiene frente a sí, una de las más cruentas despedidas. Y así inicia Las alas de la vida (Lilja 4 ever), del director sueco Lukas Moodysson.
Por si no fuera suficiente el abandono, una inválida tía llega a apoderarse del departamento donde vive Lilja, enviándola a un chiquero peor. Sin comida ni dinero, ésta le recomienda "abrir las piernas" para sobrevivir, como le hiciera su madre. Al poco tiempo, una carta da noticias de su paradero, en tanto confirma la tragedia: Lilja no fue una niña deseada. Se deslindaba de todo tutelaje.
Y así, al lado de su enamorado ángel de la guarda Volodya (Artyom Bogucharskij), otro niño echado a la calle por su padre, buscará la subsistencia en el oficio más antigüo de la humanidad: la prostitución. Primero, a voluntad. Luego, por la fuerza, tras el engaño de un trabajo remunerado y vida mejor.
¿Qué diablos pasa en este mundo? Me pregunto al terminar la proyección. Lo primero que me viene a la mente es pensar en la cantidad de infantes que han perdido toda esperanza de vida por las condiciones en las que viven aquí y allá. Y los que, peor aún, sufren de hostigamiento sexual. Las alas de la vida no es solamente una película redonda (inicia donde acaba) muy bien hecha, actuada y mejor musicalizada (la estridente pieza con que inicia, muy en el tono de Rammstein).
Escupe ácido en muchas de las llagas donde adolecen las sociedades globalizadas: la pobreza que favorece el abandono, la separación familiar, la infancia marginada y su consecuente explotación, así como la drogadicción (un tubo de pegamento chorreado dentro de una bolsa es, donde quiera, suplemento alimenticio). Si en esta Muestra Internacional de cine se ha delineado la violencia como eje temático, con las primeras entregas yo sumaría la pérdida de la infancia.
Y sin buscar mucho, la Unicef atribuye las causas de estos males a la guerra, crimen organizado, disfunción familiar, comercio de drogas y hasta la globalización.
Y es que según el informe The State of the World’s Children 2005, el tráfico de menores es de 1.2 millones de infantes en todo el mu
ndo y otros dos millones, la mayoría niñas, son explotados sexualmente. La mayoría en India, seguida de Estados Unidos.
¿Cuántos más personajes como Michael Jackson habrán regados en todo el mundo, escondidos, en la ignominia? ¿Cuántos portales de internet dedicados a la pornografía infantil cambian día a día de servidores para volverse inmunes a cualquier rastreo? ¿Cuántas producciones en video y cine apócrifas seguiremos viendo en DVD o VDC piratas en la calle, sin reparar un segundo en su origen?
Tantas preguntas, tan pocas respuestas. Para un referente crudo, pero mejor realizado, Las alas de la vida es, por mucho, una joyita fílmica.