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jueves, mayo 26, 2005

Corea y su cine están de moda


El 40 por ciento de las localidades coreanas ocurre en su producción nacional. Serio mecanismo de defensa ante Hollywood. © Cortesía Cineteca Nacional

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Dice la historia que un 15 de mayo de 1905, mil 33 inmigrante coreanos llegaron a nuestro país vía Salina Cruz y fueron desplazados para trabajar en Mérida, Yucatán. Una manera fraternal de conmemorar las relaciones con ese lejano país en el oriente, la propone la Cineteca Nacional, en el ciclo titulado 100 años de la inmigración coreana a México.
En fechas muy recientes, exponentes del cine coreano han tenido ratos de gloria en la cartelera mexicana. En la pasada XLV Muestra Internacional de Cine (también organizada por la Cineteca), el director Im Kwon Taek retrató en Pinceladas de fuego a un célebre artista del siglo XIX en la meta por la cima del arte. Hace algunas semanas fue estrenada la cinta Las estaciones de la vida de Kim Ki Duk, de quien también se confió su trabajo Por amor o por deseo a los cinéfilos mexicanos, donde abordó el tema de la prostitución infantil en Seúl. Nada distante de una problemática sumamente discutida a nivel global.
Con este panorama es como una oferta de seis largometrajes inéditos en nuestro país serán proyectados en este ciclo, hasta que acabe el mes de mayo.

Un regalo antes de morir
A cuadro, una pareja de amigos-comediantes wannabe soportando el rol de patiños mientras aspiran a tener su propio programa. A Chung yong hi pareciera que sus padres no le perdonan el hecho de haberse casado con la huérfana Park Jung-yun, ni mucho menos el oficio al que eligió dedicarse.
La vida conyugal y los problemas que le aquejan, no son ni diferentes ni nuevos a comparación de lo que se vive del otro lado del mundo: lindo cortejo y noviazgo, pesadumbre bajo el techo donde se vive y en las camas (separadas) donde se duerme. El dinero no alcanza y hacerla de comediante no reditúa.
En el camino, un estafador de poca monta acompañado de su sensible guarro (ambos en look Men in Black) le pide 10 millones de wones a cambio de producir el show que los llevaría a la fama. El primer intento resulta fallido. En el segundo, usando ahora a la esposa como señuelo, sale a relucir el acabóse: sus días en esta tierra están ya contados. Y en vez de proseguir la estafa a su marido, se le prefiere perdonar para ocuparse del lecho de muerte.
Con su película El regalo, el director
Oh Ki-hwan asombra con un pasaje muy desolador de la vida en pareja y sus brazadas para evitar ahogarse en el camino a la prosperidad. Sin caer en los lugares comunes del drama, aparenta darles la vuelta a los problemas, a sabiendas que ahí están, que tarde o temprano reventarán, desarmando así las posibles suposiciones del espectador.
Que más horrible paradoja de la vida: Park Jung-yun es dueña y administradora de una tienda de ropa y accesorios para bebé (llamada "Happyland") sin poderla disfrutar, pues su pequeño hijo murió tiempo atrás y acude a visitarlo a su tumba-árbol.
Qué más desoladoras escenas como aquella donde la madre se hincada frente a la tumba-pajar de su progenitora y le confiesa no sólo encontrarse en el lecho de muerte, sino la preocupación de cómo quedará su marido en esta Tierra y la mortificación sobre el hecho de no haber podido "hecho algo" por él. Qué colmos del absurdo: la pareja se sabe sus problemas (ella, la enfermedad mortal; él, fracaso en su trabajo y familia) pero en casa los evaden y cuando lo amerita, a escondidas, cada quien pide por la suerte del otro.
Qué ingeniosos diálogos en contraste: "ya es difícil el hecho de vivir", "vivo porque no puedo morirme", son las más atinadas declaraciones de los suegros que se redimirán ante su nuera luego de saber su fatal destino.
Es asi como la cinta acerca y arrebata a los personajes de sus fracasos y éxitos con sendos movimientos de cámara en dolly y grúas a placer. Dos caras ante la tragedia: la más amable, en flashback, que evoca la infancia de la pareja en cuestión cuando se echaban el ojo mutuamente a escondidas. La desagradable: el ocultismo de lo fatal, el hundimiento de la persona y su relación con el otro. El triunfo llega tardío. Pero la comedia siempre estará para hacer reír a los demás a pesar de la pena propia. Gran ópera prima
de Oh Ki-hwan que además data de 2001.