Saturday morning class @ UIA

Todos bien seriecitos al término de la "clase", refugiados en la cafetería de la Ibero
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De mis clases de producción cinematográfica en licenciatura con el maestro Carlos Vega al curso "Cómo se hace una película", que en alguna ocasión tomé con el cineasta mexicano Rafael Montero.
Recordar en 48 horas que Einsestein es considerado el padre del montaje, que D.W. Griffith se atrevió por primera vez a contar historias en flashback y que Hitchcock fue el pionero en dejar fija la cámara y filmar una película entera (Rope, 48) como si fuera un solo plano secuencia... Todo eso, vaciado en una presentación de Power Point con muchas fotos y animaciones para ilustrar las bases del lenguaje cinematográfico.
El día de ayer, por invitación expresa (48 horas antes) de mi vecino (aka Horacio Rodríguez), tuve la oportunidad de platicar en su clase de la especialidad en Diseño Digital de lo que, si no más sé, por lo menos lo que más veo y alimento a la pupila. Para ello, salí de mi cama a las 6:00 horas y 60 minutos después ya estaba listo en la carretera rumbo a la Universidad Iberoamericana, en Puebla.


Cada sábado el vecino se la rifa con alumnos bien demandantes y demandadores, como se aprecia en la foto...
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Ingenieros, comunicadores como yo y sobre todo diseñadores, conforman el grupo de la materia "Medios digitales". Mi nada vasta experiencia como productor (como se me había introducido, jua!), fue compensada con los pocos trabajos que he realizado en cámara y detrás de ella (por lo menos cinco cortometrajes de creación universitaria) así como un par de cursos de análisis. Se trató, sobre todo, de una charla muy ilustrada con fundamentos de los encuadres, perspectivas, movimientos de cámara y reglas de continuidad visual.
Los chavos, que ya trabajaron un guión y presentaron un storyboard, enfrentan el divertido reto de elaborar un video de hasta dos minutos de duración. Gratificante fue escuchar sus propuestas y tratar de apoyar un poco más la mejor forma de traducirlas en imágenes. Fue una mañana singular.
Y aunque en mis primeros cuatro años de experiencia profesional trabajé en una escuela, lo mio no fueron precisamente las clases en ese tiempo. Compartir un poquito de lo que tanto me gusta, ayer, fue más divertido aún.
El rollo de tres horas y media, al final, se vio recompensado con unas buenas carnitas, en taco y semita, a la par que un mejor cotorreo en la mesa. Al final, breve recorrido turístico por el centro de Puebla y de vuelta a la realidad en camión (llegué a la TAPO, a dos cuadras de mi casa) para correr al cine en noche lluviosa y salir de madrugada medio decepcionado por el laaargo trabajo de Joel Schumacher en The Phantom of the Opera (para una mejor crítica, busquen la de mi mentor Ernesto Diezmartínez en Reforma, a quien por cierto le reclamo la no actualización de su sitio).


Con Isis, colega comunicóloga (recién graduada, también en busca de trabajo), a la salida de las carnitas... en medium shot
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A Puebla me encantaría regresar para ver los trabajos que desde ahora se sueñan. Quisiera regresar para conocer una ciudad en crecimiento que, hasta donde vi, no le pide nada al de-efe. Y por si fuera poco, podría regresar un día de estos para de ahí, agarrar patín en bola a Cuernavaca o, más aventurado aún, quizás Jalapa.

La aventura de ese sábado indica que continuará...