Cinexcusas - Reseñas, premieres y lo que se acumule!

sábado, noviembre 06, 2004

En Noviembre, las voces de protesta


El arte es un arma cargada de futuro
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Madrid, 2001. En su primera aparición "no programada" en un espacio cerrado, el grupo alternativo de teatro callejero "Noviembre" termina por desmoronarse tras el acribillamiento de Alfredo, su líder, un joven idealista que llegó a dicha ciudad para romper con los cánones de la dramaturgia, acercando el teatro a las calles, a su gente, para golpearlas, escupirles de frente con la realidad que les preocupa, les aqueja.

Por ahí ronda en las salas la cinta homónima al grupo,
Noviembre, dirigida por un tal Achero Mañas. Ojo, quienes vayan al cine del centro comercial Cultisur -como le llama el maestro Ayala Blanco- y hayan leido la sinopsis que se encuentra al público, nada que ver, está totalmente equivocada. Noviembre empieza documentalesca, con testimonios de sus "integrantes", algunos años y kilos después -no muchos, pues la agrupación termina por desintegrarse tras la muerte de su líder-.

Así, el director nos lleva atrás, cuando Alfredo llega a Madrid para enrolar a su séquito y luego volcarse a las calles, con interpretaciones memorables como la de los diablos en pañales (y sus madres en zancos), denuncias sociales sobre realidades inevitables (como "el atentado", justo en un periodo de tregua con la ETA), la invasión de los medios de comunicación en la era de la
telecracia y más, si bien con discursos políticos en el fondo, validados por el ideal de hacer teatro a manos libres, bajo un manifiesto de nunca recibir dinero a cambio, ni de usar foros cerrados: todo es en la calle, la invasión es total.

Estamos frente a un muy buen logrado falso documental -los entrevistados no son en realidad los integrantes de Noviembre, baste comprobarlo una sencilla ecuación matemática-, que atrapa, idealiza, fantasea, a la par que el maquillaje de sus protagonistas, con el vestuario prestado, con niveles de realidades diferentes: cada personaje tiene una vida y realidad propia, la misma que se transforma cada vez que sale a la calle y se une con los demás. Armónicas, acordeones, tambores. El metro, los centros comerciales, las calles. Noviembre es alegría y paraplejía -la del hermano discapacitado de Alfredo-. No hay espectadores, la relación de los actores con ellos es simbiótica. Y la cinta lo realiza con éxito, transportando a la fiesta que en cada representación Noviembre lograba evadiendo incluso, a las fuerzas del orden público. En buenahora llega una cinta arriesgada que deja un aire de libertad a pesar de la ficción con la que juega su director.
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Para la posteridad. Es sábado, el primero después de la "graduación" del curso de ciberperiodismo. Debería estar haciendo otra cosa -como preparar la información para Libertas o Al Chile, sin decir que ambos me valgan pito-, pero me queda la sensación de que también debería estar en un salón, pues en mi último año de vida he alternado en varios todos los sábados, por la mañana, la tarde o la noche. Y a pesar de mi pitera conexión de internet, aquí estoy dándole al blog, a la vez que bajo unas rolitas de Placebo y me inspiro en 20 years y la obra del líder de Noviembre. Debería ya buscarme una musa para la autoinspiración, más local.