Cinexcusas - Reseñas, premieres y lo que se acumule!

lunes, noviembre 01, 2004

Mi no puente del día de muertos


A propósitamente de la fecha, un pequeño recuerdo de mis abuelos paternos,
caídos hace ya uno y cuatro años.

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Soy más celoso y envidioso de lo que mucha gente cree. Soy de esos que escriben para uno mismo y para no olvidar, con mi fregada memoria selectiva-de-corto-plazo. Quienes me conocen, saben que se me va el avión frecuentemente. Y este blog, a pesar de ser temático, no se convertirá jamás en un símil de la agenda que llevo, en la que no escribo lo que haré, sino lo que ya hice. Y hay gente que moriría de ganas por saberse apuntada ahí, en un "bonito" recuerdo (empleo el calificativo en honor a las féminas que me rodean cuyo profesionalismo no da para más y todo lo quieren hacer así). Por esta ocasión, haré una excepción y contaré mi andanza en el "no puente" del día de muertos.
Hoy me dio la codera y no llevé mi carro al trabajo. Un poco a sabiendas que mucha gente se la prolongó en un puente que a mi, no me correspondió. Y otro poco por la codera que ya fue uno de noviembre y la maldita gasolina seguro subió un centavo... o dos. El chiste es que el Transportec es una maravilla (tanto casigual que el Sistema Colectivo de Transporte Trome) y más aún cuando no ir al volante permite poner atención en ostras cosas (como la chikitina sentada frente a mi, ver a detalle las calles que cotidiamente recorres, sin prestar atención más que por el conductor -imbécil o no- de al lado o, como fue el caso, chutarme la Chilango del mes con los 21 mejores moteles de la ciudad y -qué- Bárbara Mori en portada, ¡exquisita!).
Para mi sorpresa, más de un microbusero en mi ruta de regreso también se tomó el puente, por lo que en vez de tomar una ruta recorrí todo Tlalpan en otra y hasta me subí al metro. Nada sorprendente si he de considerar que mucha gente en su vida ha visto sillones arrumbados en los camellones de las calles, o el viejo colchón que ya no quisieron, en la puerta del vecino. Ya me hacía falta subir al metro a las 19:00 horas, cuando la cálida temperatura de los vagones recuerda que es hora de regresar a casa después de la jornada laboral, cuando los tubos parecen estar untados de mantequilla de las manos grasientas de millones, que los emplearon todo el día. O mejor aún, el agradable olor a cebolla que emana en la estación Merced, sea por los vegetales del mercado o por el sobaco de los que ahí se suben.
Cuando llegué a mi transbordo, me topé con una ofrenda en pleno metro Pino Suárez, lo que me hizo recordar la fecha de celebración en la que estamos. Mañana, cuando todo haya acabado, ya estaremos sumergidos en la comercialización navideña, para la cual, me encuentro listo. O al menos, mentalizado.
Llegué a mi casa a pata, feliz por haber sobrevivido y más aún por reconocer muchas de las cosas que existen en esta ciudad, mi ciudad. En protesta, decidí no llevar de nuevo la EcoSport mañana al Tec. A ver qué me encuentro en el camino.
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Brindo por la creación de un nuevo blog, el de mi cuate Horacio Rodríguez, quien siguiendo el ejemplo de bloggeros cercanos, decidió aventarse un palomazo y emprender el suyo. No cabe duda que entre más vivimos pegados a la tecnología, más socializamos entre sí, pendientes y dependientes de ella. Más contenidos y menos dramas, salud!

Además de cuate, Horacio es mi vecino y de vez en vez da clases de fotografía
en los cursos de Kodak Tec y de Photochet en la Ibero, Puebla. Esta última,
por joby los sábados. /FOTO: CORTESÍA KODAK TEC (jua!)