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domingo, diciembre 11, 2005

El umbral entre mundos paralelos

Me llamo Henry y no sólo veo gente muerta: me voy a suicidar en cuatro días. © Epsilon Motion Pictures
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En pleno puente de Brooklyn ocurre un fatal accidente automovilístico. La cámara transita del rin al asfalto donde yace Henry Letham (Ryan Gosling), atónito testigo de la tragedia. Al consultorio del desaliñado -y zancón de sus pantalones- psiquiatra Sam Foster (Ewan McGregor) llega este insolente estudiante de artes, quien a punto de cumplir 21 años de edad le declara que, tal como lo hiciera Tristan Rêveur, su artista favorito, se suicidará apenas llegue su aniversario, que es el próximo fin de semana. Si antes Foster logró salvar a su novia Lila (Naomi Watts) de atentar nuevamente contra su vida (ya antes se había tasajeado las venas), ahora tiene sólo cuatro días para rescatar a Henry.
La premisa de El Umbral (Stay), cinta del alemán Marc Foster, se antoja para un thriller enmedio de Manhattan. Pero cuando el espectador descubra personajes urbanos vestidos de la misma manera caminando en parejas por las calles, escenas y diálogos que se repiten una y otra vez, escaleras que suben y bajan al grado de no terminar ni llevar a algún lado y encuentre que, todo lo que pronostica Henry se cumple como profecía, la duda entra entonces. ¿Qué carambas es real y qué no?
Foster, quien con Finding Neverland (04) nos transportó a la imaginería de J. M. Barrie, esta vez se encarga de confundir y jugar con esa delgada línea que divide a la realidad de lo etéreo. De los mundos y universos paralelos. De los vivos y de los muertos. Imposible no caer ni dejarse atrapar por esta vertiginosa historia cíclica, donde nada es lo que parece y la solución es apenas el inicio de todo.
Notable juego entre realidades, admirable edición de secuencias repetitivas y mejor estética oscura, sombría, donde los roles no podían caer en mejores jóvenes actores contemporáneos.