Misoginia + desinterés político = Ciudad Juárez


¿Cuántas mujeres más necesitan caer antes de erradicar el genocidio en Juárez? © TV Azteca, IMCINE
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El de la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez y Chihuahua, es un problema exacerbado de misoginia. De falta de voluntad política para actuar. De discriminación extrema contra el género de más cuantía y valía en la localidad. De chivos expiatorios para apaciguar los ánimos temporalmente. Es un asunto de relevancia nacional e internacional, que va más allá de lo que al presidente Fox le tocó despachar, pues ya existía cuando llegó a Los Pinos. Esta y muchas otras conclusiones es lo que ofrece el documental Preguntas sin respuesta. Los asesinatos y desapariciones de mujeres en Ciudad Juárez y Chihuahua, de Rafael Montero.
Regresando a sus orígenes de vocación documentalista (que en la década de los ochenta lo llevara a producir cintas para el Instituto Nacional Indigenista), Montero, con quien tuviera oportunidad de tomar clases hace un par de años, es claro al definir que Preguntas sin respuesta es una película para quien "sabe de oídas", que no ha leído sobre la violencia contra las mujeres al norte del país.
Y el resultado es exactamente una reproducción de testimonios: una y otra madre confesando a cuadro cómo es que las hijas desaparecieron misteriosamente, cómo la justicia se ha cruzado de brazos en las investigaciones. Narraciones detalladas de esos encuentros brutales con los restos mortuorios, violados en vida, acuchillados, mutilados, desvestidos. Abandonados en medio de la nada del desierto. Abandonados por una sociedad que ha hecho de la nota roja un estilo de vida, y de las respectivas fotografías descarnadas, el común acontecer de ocho columnas.
Narrado por el actor Héctor Bonilla y desarrollado en poco más de un año (la documentación concluye a finales de 2004), Rafael Montero contrasta las ambiguedades en el tratamiento del problema: la guerra de cifras entre homicidios y mujeres desaparecidas (ni el gobierno federal, la PGR, Amnistía Internacional o el Instituto Chihuahuense de Justicia coinciden en el número exacto, que va de 15 y hasta al menos, 370 asesinatos); el alzamiento y resistencia de la sociedad civil, encabezado por las madres afectadas; las falsas promesas de los gobernadores en turno para "regresar" con vida a las desaparecidas (desde Francisco Barrio en 1993 a José Reyes Baeza, en la actualidad) y lo que es aún más el colmo: pruebas de ADN que tomaron hasta cuatro años para llevarse a cabo no sólo para corroborar que efectivamente se trataba de una victimada en cuestión, sino para permitir la entrega del cadáver a sus familiares y así poderle dar (hasta entonces), santa sepultura.


Fiscalías y comisiones en la legislatura podrán ir y venir. Pero el problema ha tomado justicia por parte de la sociedad civil. © TV Azteca, IMCINE

¿Por qué Juárez? A través de múltiples entrevistas con docentes, periodistas e integrantes de ONGs, Montero hila varios elementos que parecen justificar el origen de la alerta: por Juárez para el 70 por ciento de la droga que se exporta a los Estados Unidos; poco más de la mitad del millón y medio de habitantes son mujeres que buscan oportunidades laborales en la industria maquiladora. Los victimarios son clasistas, pues dan preferencia a las féminas pobres, obreras, empleadas o estudiantes que no tienen una oportunidad de adelantarse a su sociedad. ¿Es la propia mujer causante de la violencia que impera contra sí en la localidad?
Exhibida durante el pasado Panorama de Cine Mexicano y programada en múltiples funciones a lo largo del próximo mes de junio en la Cineteca Nacional, Preguntas sin respuesta... es un documental (en formato de video, cuya proyección es en DVD) que requiere ser visto y juzgado por la sociedad, del mismo modo como lo hiciera en 2001 Lourdes Portillo con su documental Señorita extraviada (2001). Su director no escatima en señalar, a través de sus fuentes, a los responsables involucrados. La cinta por tanto, no se anda por las ramas y posee el coraje necesario para autosustentarse. Rafael Montero configura un documento veraz, oportuno y responsable, en cuyo caso el cine va más allá de elemento artístico para plasmar un punto de vista. Es una sensible aproximación a la realidad y al dolor de los deudos de las desaparecidas.
En estos tiempos donde la nota diaria oscila entre la sucesión presidencial y la desatada ola de violencia al norte del país, el de Juárez ha sido y seguirá siendo un asunto de alerta nacional que no puede atenderse con el mínimo menosprecio. Y en lo sucesivo, deberá requerir de muchísima más atención.